Ricardo Sánchez Serra
El 31 de mayo de 1970 el Perú sufrió un catastrófico terremoto, específicamente en Ancash, y que causó la muerte de más de 70 mil personas, y que todos los peruanos recordamos con dolor.
En un gran gesto de solidaridad, la entonces Unión Soviética brindó una gigantesca ayuda humanitaria nunca antes vista en nuestro país, instalando grandes carpas de asistencia y hospitales, trayendo ambulancias, equipos médicos, ropa y medicamentos.
Asimismo, apoyaron en las labores de búsqueda y rescate en los cerros, enterraron a los muertos y reconstruyeron algunas viviendas, además de donar casas prefabricadas con los electrodomésticos elementales.
Vinieron médicos, militares, ingenieros y voluntarios, que sellaron la amistad entre los dos países. Aparte del apoyo brindado, antes señalado, capacitaron a los voluntarios y pobladores peruanos en primeros auxilios, instruyeron a pilotos y rescatistas.
Lamentablemente, el 18 de julio del mismo año, desapareció en el Atlántico, el avión de transporte soviético An-22, que traía médicos y más personal de ayuda.
En esa fecha se conmemora el Día de la Solidaridad Peruano-Rusa. Se construyeron monumentos tanto en Moscú, como en Huaraz (alrededor del hospital) y una placa del recuerdo en el cementerio de Yungay.
De otro lado, vale destacar que los soviéticos donaron al Perú los helicópteros en el que trajeron toneladas de ayuda, los hospitales de campaña y los instrumentos médicos.
A los amigos se les conoce en los momentos difíciles, más aún, cuando la tragedia también los sacudió a ellos cuando venían en nuestra ayuda, por lo que esa fecha, símbolo de la amistad peruano-rusa, no debe ser olvidada. La región de Ancash nos enseña a todos los peruanos lo agradecida que está y realiza ese día un homenaje con eventos y ofrendas florales.
Los peruanos, en general, no debemos ser olvidadizos de esa solidaridad y los entes gubernamentales tienen la obligación moral de conmemorar ese magno día, esa tragedia, de hace 53 años. Que la dejadez de varios años o el silencio por los sucesos internacionales actuales, no sean motivos para no evocar esa fraternidad, ese gran gesto humanitario.
Hay que ser siempre agradecidos y el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Instituto Nacional de Defensa Civil, deben dar el ejemplo. ¿Es mucho pedir?