Cada 30 de agosto, se celebra la Festividad de Santa Rosa de Lima, quien es considerada como la patrona del Perú, América y las Filipinas. En este día, como es de costumbre, miles de católicos acuden al Santuario de Santa Rosa para depositar sus cartas en el pozo de los deseos esperando a que sus peticiones sean cumplidas.
Isabel Flores de Oliva nació el 20 de abril de 1586 en Lima. A los doce años viajó a Quives donde recibió el nombre de Rosa por el entonces Arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo, cuando este le administró el sacramento de la confirmación en 1957.
Desde muy pequeña, Rosa tuvo una profunda formación espiritual por lo que le dedicaba muchas horas a la oración y a la práctica de la penitencia.
Tanto era su compromiso y devoción a Cristo crucificado que en varias ocasiones compartió sus sufrimientos autoflagelándose y usando una especie de corona de espinas.
Además, Rosa dedicaba todo su tiempo a ir a misa y servir a los enfermos abandonados y esclavos, es ahí donde conoce a San Martín de Porres. Ambos santos se hicieron amigos.
La historia cuenta que una vez sus padres intentaron casarla, pero ella se negó rotundamente por su vocación de servir al Señor, por lo que en 1606 ingresa como Terciaria en la Orden de Santo Domingo. Rosa tenía un hermano llamado Fernando, quien la ayudó a construir un lugar de oración en el huerto de su casa. Aquí, ella tenía experiencias místicas.
En 1617, durante el Domingo de Ramos, Rosa recibió la visita del niño Jesús mientras oraba delante de la Virgen del Rosario. El niño le dijo: “Rosa de mi Corazón, yo te quiero por esposa”. A lo que ella respondió: “Señor, aquí tienes a tu inútil esclava; tuya soy y tuya seré para siempre».
Finalmente, Santa Rosa de Lima muere el 24 de agosto de 1617, a los 31 años. Siendo beatificada en 1668 por el papa Clemente IX y al año siguiente declarada como patrona de Lima y del Perú.