Los poderosos espacios de toma de decisiones, de empoderamiento y de resoluciones son los llamados Comedores Populares.
A nivel nacional existen, más o menos, trece mil comedores y clubes de madres, de los cuales más de tres mil están en Lima y Callao; trece mil grupos de mujeres debidamente formalizadas e inscritas en el registro de organizaciones sociales de los diversos municipios (RUOS).
Las mujeres, provenientes de familias de escasos recursos, tomaron la valiente decisión de organizarse, ante la inclemencia del hambre producto de la pobreza; difícil en tiempos de caos, de terrorismo, de incertidumbre, de problemas de gobernabilidad, de inseguridad, sumado a lo difícil que debió ser hacerse cargo de la alimentación de sus familias y se aseguraron que sea de manera solidaria.
Los Comedores Populares y Clubes de Madres también son espacios donde las mujeres se constituyen con derechos y obligaciones, espacios de debate de negociaciones, de construcción de liderazgos, algo así como la escuela permanente de aquellos asuntos que aquejan al país, no son solo un grupo de mujeres que cocinan, y que viven estirando la mano a papá gobierno; quienes piensan así entonces no han comido de un comedor o no saben que en la economía familiar el mayor gasto es el que se destina a la alimentación, peor aún, no saben que la relación comedor y gobierno es de cooperación mutua.
Se dice que la acción social del estado son los programas sociales a través de los cuales se desarrolla el bienestar social, en el caso de los comedores el estado bajo el concepto de cooperación destina veinte por ciento de los gastos y las mujeres aportan el ochenta por ciento, esa atención del estado es solo por ocho meses al año y cinco días a la semana.
Las mujeres de los comedores son blanco de crítica severa, incluso por los que se sirven de ellos y por los que ignoran el aporte y la acción solidaria. El que no entienda el papel y la capacidad que tienen para afrontar, incluso situaciones de emergencia sanitaria, entonces no conocen nada de las organizaciones de mujeres de base, tampoco conocen de su voluntad, su trabajo y compromiso con el país, y menos entenderán la necesidad de construir relaciones estratégicas, en tiempos de crisis.
El COVID ha devastado familias y ha pintado de cuerpo entero las incapacidades de los gobernantes de los tres niveles para afrontar desde la información, comunicación y prevención contra el contagio y propagación de esta pandemia, hasta la atención alimentaria para los que menos tienen, han invisibilizado a los comedores y han negado los recursos ya existentes en tiempos normales hasta llegar a la desfachatez de no hacer el gasto o inversión social que se requiere, han preferido ir por otros mecanismos, como los bonos para atender la alimentación de las familias que no podían salir a buscar alimentos.
La iniciativa sostenida de las mujeres organizadas en los comedores debió ser invocada y convocada para afrontar, en alianza gobierno y comunidad, la lucha contra el hambre producto de la crisis, estamos segurísimos que otros hubieran sido los resultados.
(*) La Dirección no se hace responsable por los artículos firmados.