Si la prensa no hubiera hecho su trabajo de investigación y denuncia, jamás nos hubiéramos enterado que Martín Vizcarra, su esposa, la renunciante canciller de la República, Elizabeth Astete y más de 2 mil funcionaros del gobierno pasado, se inocularon – en silencio y a espaldas de un país sufriente – un lote extra de dosis que Sinopharm entregó y se aplicaron fuera de los ensayos que dirigió el doctor Germán Málaga y su equipo de la Universidad Cayetano Heredia.
Situación tan grave que ya provocó la renuncia de dos ministras y dos viceministro de salud del actual régimen: Pilar Mazzetti, Elizabeth Astete, Luis Suárez-Ognio y Víctor Bocangel . La primera por prever lo que se venía y los otros tres, por confesión propia. Esto, al parecer, es sólo la punta de un iceberg que traerá una enorme cola de personajes que seguramente irán desfilando (y renunciando) por haber sido parte de una vacunación a espaldas del pueblo.
Ahora, este “arrebato de sinceridad” llega no solo por el “roche” de Vizcarra, sino por el oficio de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) – enviado a todos los portafolios – solicitando expresamente que los funcionarios que aún quedan del régimen pasado “confiesen” si recibieron o no la vacuna. Un acto que, creemos, no sólo es una obligación del presidente Sagasti, sino una prueba irrefutable que el mitómano de Martín Vizcarra no sólo se inoculó la primera dosis, sino también la segunda.
Al cierre de esta columna, se supo que la Fiscalía de la Nación iba a formalizar una denuncia formal contra el ex presidente, quien tendrá mucho que explicar al país al mentir – sin que se le mueva un músculo – que había participado como voluntario. Este aprovechamiento del cargo, no sólo es una prueba irrefutable de que a Vizcarra le importa un pepino los profesionales de primera línea (médicos, enfermeras, policías, etc), sino el dolor de miles de familias peruanas que han sido víctimas de la terrible enfermedad.
Mención aparte merece Somos Perú, el partido que abraza a Vizcarra en esta contienda electoral. Ellos han avalado al expresidente al carpetazo, sin preguntar, sin investigar, al puro caballazo, importando un bledo que todas las pruebas incriminen al mitómano. Con ello, Daniel Salaverry se convierte en cómplice de este desatino que ahora impulsa a decenas de ex funcionarios a señalar por Twitter que ellos “no fueron vacunados”.
Vizcarra tiene que ser denunciado en forma inmediata. El expresidente sabía que no era parte de los voluntarios y sí se aprovechó haber recibido la vacuna de “cortesía, ahora tendrá que responder a la justicia . Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.