El país, en alguna medida, venía atravesando transiciones democráticas cada cinco años; claro está, en medio de hechos de corrupción y otros escándalos políticos; pero la misma transitabilidad de gestiones gubernamentales generaba ciertos climas de estabilidad jurídica y política, que despertaban el interés y la seducción para las inversiones nacionales y extranjeras, para el consumo interno y para la producción, siempre con las dificultades naturales, pero con sus más y sus menos, el país reflejó crecimientos económicos importantes; salvo en el gobierno del presidente Humala, donde los indicadores, definitivamente, no fueron óptimos pero, pese a todo, los mercados nacionales e internacionales seguían desenvolviéndose en su propia dinámica.
Lamentablemente, con la asunción del gobierno del presidente Kuczynski se generaron intereses subalternos de toda índole, comenzando con el incremento de movimientos migratorios al país con la aparición de mafias que promueven estas olas migratorias, dizque de carácter humanitario que con la poca visión política del gobierno de turno en este momento, no lograron advertir el fenómeno social, cultural y económico que se podría general. Intereses subalternos de índole económico que se vieron visibilizados con la construcción del nuevo aeropuerto de Chinchero – Cusco que provocó la reacción de grupos de poder, evidenciándose tráficos de influencias y otros delitos que son materia de investigación hasta la fecha. Lobbies que llamaron la atención de todos los medios de comunicación a nivel nacional y lobbies que llegaron hasta el parlamento nacional de aquel entonces, promoviendo procesos de vacancia contra el presidente Kuczynski por hechos colaterales o sin vinculación, que más bien venían de épocas en que el presidente de ese entonces había sido ministro de estado y representante de otras empresas. Agudizada la crisis de la vacancia, el presidente Kuczynski toma la decisión de renunciar a la presidencia de la República, generándose la disputa por el poder entre sus vicepresidentes Mercedes Araoz y Martin Vizcarra Cornejo para que, finalmente, sea éste último, quien asumiera la presidencia de la República.
El lío de las vacancias no dejó a salvo al presidente Vizcarra quien en poco tiempo también fue sometido al Parlamento por hechos de la contratación de un asesor en un ministerio que por no dar la talla política, la vacancia no cumplió con sus objetivos; sin embargo, ya en pleno problema de pandemia sanitaria fue sometido a una segunda vacancia por hechos que se vinculaban a muchos años anteriores cuando el entonces presidente de la República era presidente regional de Moquegua.
El recordaris que efectúo sobre la crisis política en nuestro país, de manera escueta y resumida, es una crisis que se produce, en gran parte, dentro de la pandemia sanitaria que viene afectando al país en dimensiones nunca antes vistas, lo cual debió llamar a la reflexión a la clase política y tomar decisiones verdaderamente históricas de unidad, coherencia y esfuerzo común con el pueblo. Por desgracia, todos los peruanos hemos visto una lucha entre el poder ejecutivo y el poder legislativo, entre izquierdas y derechas, con sus ansias desmedidas por controlar y ostentar el poder a través de un gobierno y con actitudes que reflejan que todos quieren ser protagonistas de la historia del Perú. Sin embargo, estos individuos pasarán sin pena ni gloria para el fatal recuerdo, para la vergüenza de nuestras futuras generaciones y finalmente, serán señalados como aquellos responsables del desastre nacional que han generado.
El pueblo peruano no es responsable de esta desgracia. Es cierta clase política, quien no fue capaz de solucionar los grandes problemas nacionales y que no tuvo la inteligencia para controlar una crisis sanitaria como la que vivimos hoy.
El Perú es un país con una historia impresionante que no merece a estos figuretis de la política, son la vergüenza de nuestra historia. Por ello, eduquemos a nuestra niñez y juventud en la virtud nacional.
* Abogado
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