Alguien que está pasando piola en estos días de pandemia y vacunaciones asolapadas es el vizcarrista presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Jorge Luis Salas Arenas, responsable de una institución que se ha dado el lujo de sacar de carrera electoral a personajes como Francisco Diez Canseco, Fernando Olivera, Fernando Cilloniz, Nidia Vílchez y muchos candidatos al Congreso que hoy están viendo la contienda electoral por la televisión.
¿Qué alegó el órgano electoral que preside este señor? Tonterías, leguleyadas, tecnicismos que en buena cuenta pretenden cumplirse a raja tabla obviando el derecho constitucional que todo ciudadano tiene para elegir y ser elegido. Allí sí funcionó para este señor la ley, el rigor de las normas y la aplicación de las mismas, pero se olvidó de todo ello cuando le tocó el turno de dirimir a favor de su amigote Martín Vizcarra, a quien le debía más de un favor.
Lo más extraño de todo este manejo oscuro dentro del JNE, es que ningún medio masivo de comunicación se ocupa de investigar a fondo al citado magistrado. Jorge Luis Arenas hace lo que le da la gana en el ente electoral y su nombre no figura en titulares ni en investigaciones de programas dominicales. Nada de nada. Arenas, aduciendo que las decisiones del JNE se ajustan a la ley, hace y deshace a su antojo entre los magistrados que lo acompañan, sin que ninguno de ellos se enfrente a sus controvertidas decisiones.
El haber puesto en carrera a Vizcarra, luego de comprobarse acusaciones más serias que cualquier otro candidato que cayó por inocentes excusas burocráticas, no hace otra cosa que poner en tela de juicio la imparcialidad de las elecciones del 11 de abril. Cubre esta contienda de un manto oscuro de lógica desconfianza que no garantiza un proceso limpio y transparente como hacía muchos no se veía.
El Congreso de la República no debe recular en su decisión de investigar a José Luis Arenas, pese a que este señor se escuda en una supuesta autonomía del JNE frente al Poder Legislativo. Es más, utilizó las redes sociales de la institución electoral para manifestar que “no permitirá que se atente contra la autonomía institucional, negando enfáticamente “que se haya producido un cambio de resolución en el pleno del JNE”.
Es decir, Arenas no sólo hace lo que le da la gana en el JNE, sino que se da el lujo de ningunear al Congreso de la Republica en su función fiscalizadora. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.