El elector peruano es muy voluble. Se dice que, incluso, decide su voto en la cola. Por ello, la lluvia de encuestas que día a día aparecen en los distintos medios de comunicación deben de tomarse con los cuidados del caso, como una fotografía del momento que no debe obnubilar al que va primero ni desesperarse al que va al último. Este es el caso de la última encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) que coloca a Yonhy Lescano y Verónika Mendoza en el primer lugar de las preferencias electorales.
¿De terror? Puede ser. Lescano, para muchos, es un caviar disfrazado bajo una piel de cordero. En enero de este año lanzó la propuesta de redactar una nueva Constitución para hacerla “más acorde con la realidad”. Sus ideas proponen el control del Estado en los sectores Salud, Educación y servicios públicos. Enemigo jurado de Telefónica, su vocación estatista seguramente lo impulsará a copar vastos sectores privados, cambiando la legislación financiera en favor de los sectores sociales de bajos recursos.
Verónika Mendoza, por su parte, ya todos la conocemos. Ella pretende convertir al Perú en una nueva Venezuela, con ideas izquierdistas trasnochadas que no han funcionado en ningún país. Tanto Lescano como Mendoza se ubican en el primer y segundo lugar de la encuesta del IEP. El primero con un 11,3% y la segunda con un 8,9%. George Forsyth queda relegado con un 8.1%; Keiko Fujimori, con un 8.1% y Rafael López Aliaga, con un 7.6%.
Más atrás se ubican Daniel Urresti, con un 4.8% de intención de voto; Hernando de Soto, con un 4.2%; César Acuña, con un 3.8%; Julio Guzmán, con un 3.1%; Ollanta Humala, con un 2.4%; Pedro Castillo, con un 2.4% y Daniel Salaverry, con un 2.2%. Se especula que la caída sostenida de Forstyh se debe a que “se quemó” demasiado rápido, con una candidatura que no supo conquistar a sectores ubicados en el rango de los 30 a 50 años.
Lo que sorprende es el rápido y sostenido crecimiento de Rafael López Aliaga, que en todas las encuestas se ha disparado para ubicarse en un expectativo tercer lugar. La guerra sucia que los sectores “progres” le han declarado no le han hecho mella. A López Aliaga se le percibe franco y directo, sin pelos en la lengua y con la sinceridad de una persona que se ha labrado sola.
Se espera que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) termine de una vez por todas con esta suerte de “tomar la decisión por mí”, sacando de carrera a candidatos con grandes posibilidades de ganar. A eso hay que ponerle punto final. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.