Francisco Chirinos Soto.
Adelantándose algunos meses a su propio centenario de vida, pues el próximo mes de febrero habrá de celebrar sus cien años de existencia, el ex-Alcalde de Lima Luis Bedoya Reyes, acaba de recibir de parte del Congreso de la República y de numerosos amigos personales, intelectuales e institucionales, una expresión de homenaje cargada de verdad, como consecuencia de 100 años de una vida prolífica, tanto en el campo jurídico como en el político y literario.
Acaso sea el Congreso la institución nacional que le ofreció cabida en el más alto rango político, cual fue la Senaduría por el Callao. Fue también constituyente en la Asamblea Constituyente de 1978 donde cumplió una labor generosa y elegante al resistirse a los cantos de sirena que le llegaban de naves izquierdistas y le ofrecían la presidencia de la asamblea y facilitarla ésta, además, al ilustre patricio Víctor Raúl Haya de la Torre para quien el cargo resultó la culminación de una vida al servicio del país y en el cual murió a los tres días de haber cesado.
Como constituyente Bedoya Reyes condujo con acierto y con claridad de ideas la actuación de los 25 representantes del Partido Popular Cristiano, los cuales, en la práctica, fueron autores conjuntamente con los 37 apristas de la Constitución de 1979, valioso documento al que lamentablemente hubo que aceptarle, en vía transaccional, posiciones izquierdizantes, pero sin que las mismas tuvieran la virtud de restarle peso y categoría jurídica a la Carta de 1979.
Bedoya es un valeroso y hábil jurista que algunos años atrás y muy joven todavía se lanzó a la brega judicial presentando ante los tribunales de justicia una acción de hábeas corpus a favor de José Luis Bustamante y Rivero, a quien la torpe y prepotente gestión del entonces Ministro del Interior Daniel Meza Cuadra le negó el ingreso al país. El contenido mismo de la gestión y la presión de la opinión pública obligaron al tosco militar a rendirse y a permitir el ingreso al Perú del ilustre ex–Presidente.
Acaso la más vigorosa y productiva gestión de Bedoya Reyes lo fue al frente de la Municipalidad de Lima, para cuya elección registró dos performances de notable nivel, cuales fueron la de imponerse en primer término a una dama llena de virtudes, como lo fue la señora María Delgado de Odría y, a continuación, a un profesional de alto nivel académico y calidad política como lo fue el ingeniero Jorge Grieve. Y en ambos períodos Bedoya Reyes se distinguió por su capacidad de obra. Entre sus obras destaca para la historia la que a los jóvenes de entonces llamáramos, un poco con sorna, el Zanjón de Bedoya. Lo cierto es que dicha vía, a la que años después ha seguido la de la Avenida Javier Prado, configuran la columna vertebral y los húmeros de la gran ciudad, sin las cuales sería imposible transitar.
En el campo universitario, al que me siento más cercano, ha cumplido también una tarea valiosa como profesor de la ciencia vertebral y cumbre del Derecho, cual es el Derecho Civil. Lástima que no exista o por lo menos yo no la conozca, una publicación que compense ese vacío en la producción de Bedoya, que sería obra fundamental de consulta para profesores, abogados y alumnos. No me extrañaría que en los pocos meses que faltan para su centenario salga por allí alguna publicación como la que reclamo.
Le envío con estas líneas a don Luis Bedoya Reyes un cordialísimo abrazo, que no pude dar personalmente como consecuencia de una dolorosa fractura femoral que me tiene todavía postrado.