La zarzuela es más o menos así: El día sábado, el Presidente Sagasti sale a decirnos que se ha dado cuenta que no van a llegar los dos millones de dosis Sinopharm a Lima, antes de fin de mes.
Tal es así, que se va a “reprogramar” las próximas entregas de dicha vacuna china. También envió una comunicación bastante majadera al Congreso, donde decía que no pretendía ir a la Comisión de Administración del Vacunagate, simplemente porque él ya había declarado lo que tenía que declarar.
En buen romance, le dijo a sus pares del Congreso, recordemos que él es el Presidente del Legislativo encargado de la Presidencia, y por lo tanto congresista. Él les dijo vayan a Google, busquen en los archivos de Frecuencia Latina, de América Televisión o de Willax y ahí van a saber qué es lo que yo declaré con respecto a los hechos llevados adelante por las ministras Mazzetti y Astete.
Ayer lunes ambas señoras se presentaron en el Parlamento con declaraciones bastante llamativas. De saque, la señora Astete dijo que se había vacunado con la “anuencia del Presidente”. Es decir que le dijo que se iba a vacunar y que ante el silencio de Sagasti ella interpretó que le daba “permiso”.
Entonces, ¿De qué trata esta alocución? Muy sencillo, la señora quiere evadir una responsabilidad penal, indicando que al haberle indicado a su superior jerárquico, léase Presidente de la República, ella no lo hizo con dolo.
Además argumenta que se hizo en un lugar público, a vista y paciencia de todos. En buen romance, no quiere ir presa.
Lo propio hizo la señora Mazzetti, que con tremenda sinvergüencería, por no decir otra palabra, se presentó ante el Congreso y dijo yo me vacuné solita, sin que nadie me sugiriera, porque habían unas vacunas que estaban ahí. Así de claro, amigo lector de LA RAZÓN.
Ella argumenta que había un lote de vacunas para “personajes relacionados”. Tal es así, que el dueño y señor de este estudio de la Sinopharm en la Cayetano Heredia, el doctor Germán Málaga, consideró que su hija era un personal relacionado, como era él, su esposa, su tío, su primo y su perro.
Lo propio hizo la ministra Astete, que consideró que ella era muy importante porque tenía que vacunarse para seguir haciendo su gran servicio al a patria, y de paso vacunó a su chofer y sus asistentes. Lo de la Mazzetti pasó la sinvergüencería máxima. Dijo que interpretó que al ser un personal relacionado al gremio médico, se podía vacunar, y ya está.
Bajo ese argumento nadie ha cometido delito porque al final, tampoco ni usted ni yo sabemos lo que frasea el Contrato entre el Perú y Sinopharm, y si éste indicaba que había vacunas de libre disponibilidad, es decir, y pongámoslo en los términos más ordinarios posibles (había una chancha de vacunas para darlas a dedo), bueno, no han cometido delitos sino una infracción ética y así lo ha dicho la señora Mazzetti, sin sangre en la cara.
Vizcarra también se zurró en el Congreso y no fue a dar ninguna explicación. Lo sustantivo es, según la señora Esparch, hoy se deben acabar las primeras 500 mil dosis de vacunas del millón que vino. Y si no tenemos saldo a entregarse el próximo mes, se va a comenzar a correr un riesgo muy grande.
Es decir, si no vienen las vacunas Sinopharm en abril, habrá gente que terminará sus 25 o 30 días de la primera dosis, y no va a tener qué ponerse. En este gobierno son capaces de hacer cualquier cosa.
El sentido común lo que me dice es que se han acabado las vacunas y dependemos de una muy discutida vacuna AstraZeneca y lo de la Pfizer viene realmente a gotitas.
Es decir, seguimos a la deriva con un Presidente incompetente, con una Premier Violeta Bermúdez, que cuando habla dice incoherencias, y con un ministro Ugarte que sabe perfectamente lo que se tiene que hacer pero no tiene cómo hacerlo ante un gobierno incompetente.
Dicho sea de paso, Allan Wagner sigue mudo. Probablemente tenga impedimentos legales para continuar con el contrato con la empresa Sinopharm. Este es un señor que tiene experiencia y no es ningún loco. No creo que le meta la mano a la licuadora para salvarle la vida a Sagasti.
El drama es que los peruanos siguen muriendo todos los días. No ha parado la segunda ola y que Dios nos coja confesados, porque creo que ya se acabaron las vacunas.
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