Cada día me convenzo más que las encuestas son un cáncer para las elecciones. La verdad sea dicha, no le creo a ninguna. Algo debería pasar en la ley electoral o con el Jurado Nacional de Elecciones, para que se prohíban las encuestas, porque la verdad es que no tengo ninguna confianza en Ipsos Apoyo, CPI, Datum, CIT, Idice, ninguna me da una mínima garantía de lógica ni de credibilidad.
Para comenzar, inician con preguntas sueltas, algunas veces inducidas, dan una lista de candidatos en diferente orden y son encuestas que tienen un universo ridículo como para un país de 30 millones de personas y con la cantidad de diferencias geográficas que tenemos.
Cómo es posible que comiencen toda la vida con resultados que son en encuestas +/- 2.8% de margen de error. Por elemental razón, todas las encuestas deberían ser con cédula, y muestras no de 1 200, sino de 5 mil universales para quitarle el margen de error, y tiene que ser como la gente vota, que es con un lápiz, un papel, marcando una cara y un símbolo.
Para comenzar, las encuestas telefónicas o por WhatsApp deberían ser prohibidas porque lo único que hacen es distorsionar la realidad. De ahí en más, si permitiesen las encuestas deberían de eliminarse en el último mes de campaña y ningún medio de comunicación debería permitirse publicar esas encuestas, porque además cada una viene con su rosario de interpretadores.
En primer lugar está el dueño de la encuesta que muy probablemente reciba fondos de campaña de diversos partidos. Todo esto se dice a voz baja pero todos saben que hay corazoncito y también “bolsillito”. Es decir, gente que por una bolsa de dinero sube o baja a candidatos en las encuestas.
Eso se repite durante años, inclusive hace unas elecciones encontramos a Lourdes Flores hablando con uno de sus allegados diciendo que iban a ir a buscar a tal personaje de tal encuesta, para que la moviera para arriba o para abajo, porque no le parecía el resultado.
Luego, hay una serie de medios de comunicación que reciben fondos del Estado, la llamada prensa “mermelera” que tienen sus encuestadoras favoritas.
Es así que El Comercio utilice Ipsos Apoyo, Perú 21 a Datum, lo propio a RPP, y CPI siempre está presto para hacer encuestas que nadie le financia y que se sacrifican por el Perú para darnos una realidad que solamente entiende el gerente de su empresa, porque todas las encuestas el día de hoy se comen un papelón.
El +/-2.8% de qué va a servir si hay márgenes tan cortos entre todas las encuestas. De una buena vez, acabemos con la “encuestitis”. Basta. Deberían ser prohibidas y penadas, porque no solamente tienen sus interpretadores profesionales que supuestamente son “analistas políticos independientes”, cuando la verdad es que trabajan para ONGs, para el Estado, o son directamente asesores de candidatos.
Algunos de ellos hacen la famosa media training, que es la “mermelada” más sinvergüenza que puede haber, porque tú entrenas al tipo que vas a entrevistar después, y por supuesto hay un grupo de amiguitos que se prestan a esta cochinada y llevan a los medios de comunicación, a una serie de gurús que poco o nada saben de dignidad y respeto a los demás, tratando solo de llevar agua para su molino.
Así que reitero mi opinión que la vengo diciendo hace años. Puedo estuchar, leer, comentar cualquiera de estas encuestas, pero no le creo a ninguna y respeto prácticamente a ninguna también.
Si les ofende o les molesta a los señores inmiscuidos en esto, que se soben.
Deberían dejar de existir y, dicho sea de paso, las encuestadoras no deberían trabajar para el Estado porque tenemos al INEI que perfectamente puede mandar a hacer las encuestas que se le da la gana.
Y hay otro tema, el Gobierno quiere poner a un candidato que perpetúe la “mermelada” de los comunistas y los socialistas mal llamados “caviares” que pululan en el Estado y ya sabemos a favor de quién están y en contra de quién también.