Por: Javier Valle Riestra / Metamemorias de Alan García

por | Abr 26, 2021 | Sin categoría

Se han cumplido dos años de la partida de Alan García, su ausencia es notable. Soy aprista hace ochenta años y me llama profundamente la razón que ningún dirigente del Partido le haya tributado homenaje por su deceso. Los cc. han quedado consternados como lo estaría Carlos García Ronceros, padre y compañero, ocho años preso, seis desterrado y cinco clandestino. Es que se piensa más en escaños futuros y no en el día de hoy.

Alan dejó un testamento ológrafo para que lo obedezcan como símbolo de casi cien años de aprismo. Anunció privada y públicamente su decisión de autoeliminarse. No estaba dispuesto a tolerar que un infame gobierno lo enviase calumniosamente a las ergástulas penitenciarias. Y así preparó en las vísperas un manuscrito titulado “La Razón de mi Acto”. Transcribo su texto:

“Cumplí la misión de conducir el aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos otra vez su fuerza social. Creo que esa fue la misión de mi existencia, teniendo raíces en la sangre de ese movimiento. Por eso y por los contratiempos del poder, nuestros adversarios optaron por la estrategia de criminalizarme durante más de treinta años. Pero jamás encontraron nada y los derroté nuevamente porque nunca encontrarán más que sus especulaciones y frustraciones.

“En estos tiempos de rumores y odios repetidos que las mayorías creen verdad, he visto cómo se utilizan los procedimientos para humillar, vejar y no para encontrar verdades. Por muchos años me situé por sobre los insultos, me defendí y el homenaje de mis enemigos fue argumentar que Alan García era suficientemente inteligente como para que ellos no pudieran probar sus calumnias. No hubo ni habrá cuentas, ni sobornos, ni riqueza. La historia tiene más valor que cualquier riqueza material. Nunca podrá haber precio suficiente para quebrar mi orgullo de aprista y de peruano. Por eso repetí: otros se venden, yo no.

“Cumplido mi deber en la política y en las obras hechas en favor de pueblo, alcanzadas las metas que otros países o gobiernos no han logrado, no tengo por qué aceptar vejámenes. He visto a otros desfilar esposados guardando su miserable existencia, pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos. Por eso, le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones; a mis compañeros, una señal de orgullo, y mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse.

Que Dios, al que voy con dignidad, proteja a los de buen corazón y a los más humildes”. Este documento fue leído nuevamente por una de sus hijas, el 21 de abril del 2021, aniversario mortis causa de su decisión. Alan no tenía otra salida, los soplones irían a buscarlo en su domicilio para arrestarlo y vejarlo. Él dijo al verlos, en su casa, “un minutito que ya regreso, voy a los altos a traer un documento”.

Antes de cinco minutos sonó un disparo, Alan se había suicidado. Fue el último servicio que le prestó al APRA: el coraje. II Antes de volver al Perú, en 1971, vivía yo en Madrid –exiliado calumniosamente, luego absuelto— en la calle Monte Esquinza 41, y mi mayor entretenimiento en las horas sin actividad era ir con Alan al Paseo del Pintor Rosales, límite de Madrid sobre la Casa de Campo, el Central Park de la ciudad, cinco veces más grande que éste. Allí podía revivir, una y otra vez, la defensa ante el ataque franquista en 1936-1939, años de la guerra civil española.

Su designación como candidato presidencial (1985) fue una formalidad legal, y propuso como vicepresidentes a Luis Alberto Sánchez el intelectual, el líder mayor de edad (85); y a Luis Alva Castro, jefe del plan de gobierno y discípulo cercano de Haya de la Torre.

La vida intelectual de Alan a lo largo de estos años ha sido fecunda. Allí tenemos su obra póstuma –en la que me he basado para este artículo— “Metamemorias”, autobiografía sin eufemismos, donde reconoce sus errores. También publicó “El Futuro Diferente”, “La Revolución Constructiva del Aprismo”, “Por aquí compañeros”, “Aprismo y Liberación”, “90 años de Aprismo”, ”Modernidad y Política en el Siglo XXI”, “Pájaros de alto vuelo”; y “Pizarro, el Rey de la Baraja”, además de otros folletos y artículos. No fue, pues, un politicastro. Aunque sea sacrílego lo que voy a decir, el único que lo supera ultradimencionalmente es ese genio, Haya de la Torre, de quien era discípulo y protegido. A lo largo del siglo XX y XXI no hay nadie que se equipare a él. Recordemos a López de Romaña, Candamo, Billinghurst, Leguía (pese a quince años de gobierno), al canallesco Sánchez Cerro, Benavides, Prado, Odría, Fernando Belaunde. No hay más.

Finalizo sin eufemismos, lamentando y censurando que los cc. del PAP no hayan conmemorado en duelo el doloroso aniversario de la muerte de sus dos veces Presidente. He cumplido con mi deber personal de ochenta años de aprismo.

(*) Jurista, exconstituyente y exsenador.

(*) La Dirección no se hace responsable por los artículos firmados.


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