La fragilidad de nuestra economía motiva muchas reflexiones de cómo reactivarla para crecer de manera sostenible. Nuestra participación en la economía mundial no supera el 0.25%. Siendo tan pequeño, explica por qué nuestro crecimiento del P.B.I. al 9% resultaba raquítica en relación a otros países.
Claro, el 1% del P.B.I. de Brasil es 10 veces superior al 1% del P.B.I. peruano. Brasil tiene más industrias manufactureras y mejores servicios. Entonces, si Brasil crece al 3% y Perú al 9%; Brasil resulta siendo más rico porque tiene más riquezas que redistribuir. Por eso, es importante diferenciar el P.B.I. bruto del el P.B.I. neto, para entender, la razón del por qué nuestro crecimiento no llegaba a los bolsillos de todos los peruanos.
Se entiende al El P.B.I. bruto como la suma total de bienes y servicios que produce un país durante el año. Su cuantificación es monetaria. Por tanto, si cuantificado es 100 (P.B.I. bruto), lo neto para ser redistribución es 40. Sucede eso, por la repatriación de utilidades de las grandes empresas transnacionales a sus matrices.
Si el Perú contara con muchas industrias nacionales de relevancia y las transnacionales pocas, entonces se reinvertirían los porcentajes. Eso es matemática simple. Es una pena, porque nunca aprovechamos el boom minero para industrializarse, vía diversificación productiva.
Allí radica la responsabilidad de quienes nos gobernaron con una prédica falsa de prosperidad para todos. La riqueza se distribuía entre los pocos y la pobreza entre los muchos, pues todo era precario.
Ahora bien, muchos países lograron su desarrollo industrial en función del mercado internacional. Hoy las cosas cambiaron. Entonces tenemos que recurrir a una expansión del consumo interno y al desarrollo de un mercado interno sólido si queremos reactivar nuestra economía.
No hay prosperidad sin reconversión del aparato productivo para que nuestro crecimiento económico pueda ser sostenible y no sostenido. Entonces, urge reactivar nuestra economía, para luego sentar las bases que haga posible nuestra revolución industrial dirigidos por auténticos capitanes de la industria nacional.
El vocablo reactivar implica producir más cuando se compra más. La clave del éxito incentivar la demanda interna. Pero estamos tan endeudados externamente que se requiere hacer caja para invertir.
Entonces, se hace necesario revisar las perversas exoneraciones tributarias, cobrar deudas, imponer impuesto a las grandes utilidades, liberar las compensaciones por tiempo de servicios, las AFP, austeridad, rebaja de las altas remuneraciones, quitar el descuento a las gratificaciones de julio y diciembre, etc.
En suma, inyectar dinero a la economía a través de la inversión pública y generar consumo interno haciendo llegar dinero a la mano del consumidor.
Esas iniciativas ya lo implementa la administración del presidente norteamericano, Joe Biden, y algunos países de la Unión Europea y, desde luego, la China continental. Es decir, el crecimiento sostenido está impulsado por el fortalecimiento de la demanda interna, las estrictas medidas de contención del virus y los estímulos fiscales y monetarios. Aprendamos de las lecciones de los países prósperos con realismo y fortaleza en nuestras decisiones.
(*) Abogado penalista y analista político.