Francisco Diez-Canseco Távara
El triunfo categórico de López Obrador en Méjico, luego de un tercer intento y con más del 50 por ciento, pone en evidencia, una vez más, como una prédica de izquierda marxista antisistema puede llevar a un candidato al Poder cuando el sistema democrático se encuentra corroído desde sus cimientos por décadas de corrupción, ineficiencia e inseguridad.
Si esto suena parecido a lo que ocurre en el Perú, no es fruto de la casualidad sólo que en Méjico ya todo se pasó de la raya con 145 políticos asesinados desde setiembre del año pasado, en tanto el crimen, la violencia y el narcotráfico campean hasta en las más altas esferas y el pavoroso exterminio de los 45 escolares sigue en el reino de la impunidad.
Si a ello se suman 55 millones de mejicanos viviendo en índices de pobreza y 7 millones en extrema pobreza, tenemos el escenario fértil para que una posición como la de López Obrador convenza a la mayoría de los votantes, aunque sus difusas propuestas suenen más a entusiastas objetivos que a soluciones viables para los graves problemas que aquejan al país de los charros.
Todo ello pese al fracaso de regímenes como el régimen de Maduro que, aprovechando el sistema democrático para vender su seudo “socialismo del siglo XXI”, ha destruido la economía venezolana e instaurado una dictadura corrupta, hambreadora y violadora de los Derechos Humanos.
En nuestra Patria, Humala llegó al Poder con una prédica antisistema que luego moderó para ganar los comicios con el apoyo de una derecha mercantilista que incluyó a PPK. Si su prédica auroral se hubiera ejecutado, estaríamos sin duda inmersos en un régimen similar al de Venezuela con sus centenares de miles de emigrados.
Por ello, necesitamos una opción nueva, limpia y no contaminada con los mercaderes de la política de cualquier pelaje para generar una gran Revolución Pacífica que elimine la corrupción que gobierna al Perú desde hace 33 años en un contexto, precisamente, de impunidad e ineficiencia y, por cierto, bajo la amenaza, no menos corrupta, de una izquierda marxista antisistema que pretende cubrir con piel de cordero sus reales intenciones.