Ciudad de la plata, de casas blancas, de calles maravillosas, estrechas, de piedra, conectadas unas con otras.
Una plaza pintoresca, rodeada de montañas y una impresionante iglesia, Santa Prisca, del siglo XVIII, que nos transporta al arte puro. Cada detalle uno más hermoso que otro.
El sol calienta a la piel, y la vista se deleita con los preciosos bordados que adornan las prendas que venden por todos lados. Colores fuertes, intensos, que comunican el carácter en si del mexicano. Alegre, guerrero, creativo.
Fucsias, unos celestes a mar y verdes manzana, que alegran a las emociones.
Taxco, la ciudad del estado de Guerrero, al suroeste de Ciudad de México.
Los artistas exhiben sus obras de arte, dándole un ambiente fascinante al lugar.
Se respira sensibilidad, y el alma se siente agradecida y plena.
Finalmente complací al paladar y a la memoria, comiéndome unas rodajas de la exquisita jícama, nabo o papa que se come cruda con chile picante y limón.
Bellísimo el paisaje, perfecto lugar para sentarse a escribir, para que la imaginación se sienta privilegiada.
Cada rincón merece ser fotografiado en el corazón, para no olvidarlo jamás.