El 2 de agosto próximo se cumplirán 43 años de la partida del más ilustre de los hombres de la vida peruana del siglo XX, pero ahora recordándolo en su natalicio, 22 de febrero, día la fraternidad, reescribo las líneas de aquella ocasión escritas por mí. La condecoración impuesta a Víctor Raúl en su lecho de moribundo entrañó más que una ironía una lección. Los vencidos, los perseguidores, le otorgaron la Orden del Sol al vencedor yacente; al gran Mariscal Civil que los derrotó mil veces con la palabra y con la pluma. Y muerto los seguirá venciendo porque desde su tumba Haya persistirá liderándonos y podremos decir de su póstuma conducción, lo que él dijera al dirigirse a los trujillanos al ser excarcelado del panóptico:
“Eso es lo que le faltaba a esta tierra y a este pueblo; le faltaba el soplo de lo cósmico, de lo eterno; de lo alto, de lo puro, y, como no lo tenía fue preciso pedírselo a los muertos; fue preciso que nuestros muertos se sacrificaran para que su aletear nos diera espíritu.
II
Esa es la muerte personal, de la que habla por primera vez en su mensaje desde la prisión de San Lorenzo, en vísperas de salir desterrado en 1923: “sólo la muerte será más fuerte que mi decisión de ser incansable en la cruzada libertadora”. Esta es la muerte que Haya nunca consideró fin sino episodio. Esa es la muerte de la que hablaba con familiaridad, como cuando relataba haber salido en sueños desde su calabozo penitenciario los nombres de los compañeros fusilados en Trujillo. La muerte, la vida eterna, la magia, lo cósmico es lo que viene. Al hablarnos en “Ex combatientes y Desocupados” de la tumba pétrea de Karl Marx y el cadáver embalsamado de Lenin, nos dice “que la política moderna muestra que la fuerza de lo mágico debe renovarse” y que allí “está la ciencia de la moderna momificación para vencer a la muerte, detener la disolución y presentarnos al gran hombre eternamente fresco, permanentemente visible, siempre presente”. Y es aún más preciso en su discurso de Trujillo:
“Porque, compañeros, ese es la gran lección que yo les debo a los muertos, a los mártires. Porque ellos me dicen desde sus tumbas: “Nosotros somos tus maestros. Anda más allá. Lleva tu partido hasta donde nosotros quisimos conducirlo. Haz de tu partido una religión. Haz de tu partido una huella eterna a través de la historia”.
III
Por ese sentido místico Haya seguirá siendo siempre el Jefe, el líder máximo. Como el Cid, seguirá ganando batallas después de muerto. La condecoración que le dieron hace años es sobre todo un sarcasmo por haberse otorgado en la hora undécima. No. No señores militares. No señores burócratas. Con el pensamiento de Haya de la Torre no va a suceder lo que denunciaba Lenin en “El Estado y la Revolución” respecto del marxismo con Marx muerto. No. El APRA no devendrá una doctrina eunucoide jactanciosa de una virilidad simulada. No; el APRA no está castrada por el pleito homenaje de los vencidos. El APRA seguirá siendo, mientras no llegue al poder, cristianismo de catacumba y no catolicismo que pacta con Emperadores.
IV
El APRA debe hacer crujir los dientes de los prevaricadores, de los ladrones de fondos públicos, de los derechistas mafiosos, de los militaristas responsables de crímenes contra la Democracia. No. No venimos a vender indulgencias plenarias. No venimos a amnistiar canallas. No venimos a traer la paz ni a blanquear sepulcros. Venimos a dar guerra y a echar fariseos. Queremos un país limpio. Queremos un país libre. Queremos un país sano. Un país moderno. Queremos acabar con los apóstatas que se disfrazan de apóstoles para predicar un evangelio pseudo-izquierdista luego de mil abjuraciones en orgías paganas con la burguesía decadente. No queremos ensayos socioeconómicos a costa del pueblo. Por eso repito, con Vallejo:
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡Ay! Siguió muriendo
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”
(*) Jurista, exconstituyente, exdiputado y excongresista.