Por: Patricia Lobato Delgado
La Razón conversa con la joven actriz Quini Gómez, quien interpreta a ‘Isabel’ la musa del doctor Víctor Frankenstein, en la obra teatral “Fránquenstein: jugando con fuego”, dirigida por Fernando Luque.
En la puesta en escena se puede observar que ‘Isabel’ tiene como característica la bondad y entrega, cuéntanos un poquito más de tu personaje…
Interpreto a Isabel. Soy “prima” de Víctor, eso quiere decir que todo lo romántico está permitido (risas). Como personaje se puede decir que esta chica no se cansa de amar, no se cansa de estar para al hombre que ama. ‘Isabel’ se resume en una sola palabra: amor.
Tu escena final es un poco impactante, eres víctima de una agresión sexual por parte de la criatura, que fue obra de tu prometido, Víctor Frankenstein…
El final es fuerte e interesante, pues tenía que ser compartida tanto para mi personaje como para el personaje de la criatura (Óscar Yépez). No es que el monstruo venga con todo el hecho de “voy a violarte”, él venía a vengarse (de su creador). Es fuerte, pero necesario, sobre todo que ahora se ven muchos casos de violaciones. Una violación es así, no hay una manera bonita de describirla.
¿Cuánto tiempo te tomó lograr el personaje?
Particularmente he estado seis meses. Los ensayos fuertes comenzaron en abril, pero hubo un proceso previo. En realidad no sabíamos exactamente qué queríamos, fue algo así como exploración. Fernando (Luque) no quería nada que no fuera verdadero, no era sólo decir el texto, sino tenía que haber algo en ti que te motivara a hacer que lo digas. La exploración y proceso de mi personaje fue meramente eso, tratar de estar presente en todo momento, y en los textos me iba dando cuenta de por qué “Isabel” era un poquito más reservada, tranquilla, callada, hasta en su manera de pararse.
¿Qué es lo más te llama la atención de la historia?
En realidad, como historia a mí me mueve mucho el hacerse responsable de lo que uno crea. Finalmente, el doctor no tuvo una mala idea (de crear a la criatura), él solamente quería revertir la muerte, pero cuando llegó a hacerlo nunca supo para qué la quería.
Esta historia nos invita a todos a que podemos ser los pequeños Víctor Frankenstein, pero realmente no vemos si es que somos responsables por las consecuencias que puedan acarrear esas creaciones. Asumir las responsabilidades de lo que hacemos, no hay un critica final para Frankenstein, él hizo lo que hizo, pero lo abandonó. Es como nuestro país ¿no? Nos gobiernan, crean cosas y nos abandonan.