Las tropas rusas siguen intentando repeler la contraofensiva de Ucrania en el sur para rodear Kiev.
El fin de la guerra de Vladímir Putin contra Ucrania no parece cercano. A pesar de las promesas de Moscú de minimizar “drásticamente” los ataques en dicha región, las tropas del Kremlin han seguido bombardeando con fuerza Chernihiv, en el norte de la nación, fundamentalmente sitiada por las fuerzas rusas y bastante castigada por los bombardeos.
Un día luego de las conversaciones de tranquilidad en Estambul que ofrecieron pequeños adelantos en la vereda del diálogo, el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, ha negado aquellos supuestos progresos hacia un pacto de tranquilidad. Rusia además ha atacado los alrededores de Kiev a pesar de que, como en Chernihiv, se comprometió a no realizarlo para “aumentar la confianza mutua” en las conversaciones.
Frente a la carencia de adelantos en la metrópoli más importante y con sus tropas empantanadas e inconvenientes logísticos, Moscú sigue oprimiendo aquellas regiones, aunque concentra sus esfuerzos en el este de Ucrania. Más que nada en Donbás, donde han incrementado los esfuerzos para continuar hacia la ciudad de Sloviansk, en la zona de Donetsk, y progresa en la ofensiva sobre Mariupol, la ciudad portuaria arrasada por las bombas de la que ya controlan una sección y donde permanecen procurando de forzar una capitulación.
Las tropas rusas se han reorganizado además para deshacer la contraofensiva ucrania en la parte sur, donde hicieron sus más grandes adelantos hasta ahora con la captura de Jersón, la exclusiva capital regional que controlan. Moscú trata de conservar sus logros en aquel flanco donde está utilizando como lanzadera militar la península de Crimea —que se anexionó ilegalmente en 2014— y continuar sobre Mikolaiv y hacia el este, para rodear a las tropas ucranias en Donbás a partir del noreste y a partir del sur, conforme el último estudio del Instituto para el Análisis de la Guerra.
El mandatario de Ucrania, Volodímir Zelenski, advirtió el martes por la noche de que el territorio “no debe dejar de estar vigilante” tras el anuncio de Rusia de que disminuiría sus ocupaciones militares alrededor de Kiev.