Por: Carlos Linares Huaringa
Twitter: @carloslinaresh
Ayer el Poder Judicial cumplió con su deber de impartir justicia y condenó por el caso Tarata a cadena perpetua a la cúpula terrorista de Sendero Luminoso, ese grupo de dementes encabezado por el genocida Abimael Guzmán que fue responsable de haber desangrado al país.
Lo hizo tardíamente ya que aquel atentado perpetrado en el corazón de Miraflores –que dejó 25 fallecidos, más de 200 heridos y una huella dolorosa e imborrable en millones- ocurrió hace 26 años, el 16 de julio de 1992.
Saludamos la decisión adoptada por el Colegiado “A” de la Sala Penal Nacional. Sin embargo, es necesario que este caso sirva como ejemplo de lo que no puede ocurrir: ni la Fiscalía ni el Poder Judicial deben permitir que procesos emblemáticos como éste se prolonguen al punto que puedan ser entendidos como el ejemplo absoluto del dicho “justicia que tarda, no es justicia”. Sobre todo porque a veces nunca llega.
Entendamos que estos mismos miserables aún deben responder por la matanza de Soras (16 de julio de 1984) y el financiamiento del Movadef o caso Perseo (abril del 2014).
La sentencia por Tarata establece la condena máxima para Abimael Guzmán Reynoso, Elena Yparraguirre, Óscar Ramírez Durand ‘Feliciano’, Osmán Morote Barrionuevo, María Pantoja Sánchez, Laura Zambrano Padilla, Florindo Flores Hala ‘Artemio’, Margot Liendo Gil, Edmundo Cox Beuzeville y Florentino Cerrón Cardoso. De este modo, tanto Morote como Liendo, que se encontraban en arresto domiciliario, vuelven a prisión.
La decisión es positiva, pero debe quedar claro que la amenaza terrorista sigue latente. Ello porque la ideología de violencia y muerte implantada por Guzmán sigue difundiéndose a través de una red de operadores que, bajo la fachada de organismos como Movadef, Fudepp o muchos otros, busca los mismos objetivos.
Según información oficial brindada por el jefe de la Dirección Contra el Terrorismo (Dircote), general PNP José Baella, en la actualidad hay 11,782 terroristas libres en nuestro país. Y a la fecha solo quedan en prisión 387 terroristas.
Muchos de estos excarcelados han restablecido nexos con sus anteriores compañeros de ruta y desplegado una nueva estrategia de captación. Gracias a ella, de manera silenciosa, estos articuladores del plan neo senderista han ido captando cada vez más adeptos en las diferentes universidades del país.
Por ello es necesario advertir que el país se encuentra frente a una amenaza oculta y no puede volver a ser sorprendido con la guardia baja.
Twitter: @carloslinaresh