Por: Carlos Linares Huaringa
Twitter: @carloslinaresh
Esta semana los peruanos hemos sido testigos de un nuevo capítulo de la lucha por el poder en la que se encuentran inmersos el gobierno y el fujimorismo.
Cada facción busca, con sus acciones, obtener réditos políticos y descalificar al oponente. El problema es que dicha confrontación, aplaudida y azuzada por personajes con visión cortoplacista y convenida, perjudica directamente al país.
Los golpes y punzadas que se van lanzando desvían la atención sobre lo importante: ¿qué está haciendo el Ejecutivo para reducir el nivel de anemia y pobreza, y para acelerar la reconstrucción en el norte peruano? o ¿qué espera el Congreso para cumplir con su deber y legislar sobre las grandes reformas que necesita el país?
La firmeza mostrada por el presidente Martín Vizcarra durante su mensaje ante el Congreso el 28 de julio, al garantizar una lucha frontal contra la corrupción, era lo que el país necesitaba.
El crítico escenario político – judicial en el que nos encontramos, tras el destape de los ‘CNM audios’, hacía necesaria una reforma en dicho ente. Sin embargo, el jefe de Estado decidió aprovechar ese mismo discurso para granjearse algunas simpatías, arremetiendo contra el fujimorismo y lanzando algunas propuestas populistas.
La respuesta no se hizo esperar y a partir de ese momento el fuego cruzado se fue intensificando. El problema es que el enfrentamiento no solo se manifestaba verbalmente sino que iba acompañado de acciones y omisiones funcionales.
Los proyectos remitidos por Vizcarra presentaban y presentan una serie de deficiencias y, por ende, no podían ser aprobados de manera inmediata, sin pasar por comisiones y un debate previo. Sin embargo, la bancada mayoritaria del Parlamento no podía mandarlos a las calendas griegas y estar más preocupada en medir fuerzas con el gobierno.
Es saludable la manera en que ayer concluyó el debate en el Congreso con la aprobación de la cuestión de confianza solicitada por el premier Villanueva. Sin embargo, los poderes del Estado no pueden seguir actuando bajo una fórmula de amenaza – reacción, como la que hemos observado en estos días.
Para ello, tanto Vizcarra como Keiko deben entender el rol fundamental que les ha tocado jugar dentro de la democracia, como mandatario y lideresa de la principal fuerza política en el Parlamento.
No deben dejarse llevar por quienes buscan promover la confrontación y les susurran al oído en ese sentido.
Cuidado con aquellos personajes que tras bambalinas vienen maquinando el siguiente paso para el enfrentamiento político. Como titulamos hoy en portada: Basta de peleas y pónganse a trabajar. Ejecutivo y Congreso deben asumir su responsabilidad ante el país y orientar sus esfuerzos a una agenda común de desarrollo.