En mi última columna dije que el vehículo para llegar al poder por la vía democrática son los partidos políticos; pues bien, hablemos de ellos, aunque ya sabemos de sus biografías pre-morten. Soy aprista y comienzo recordando, para no caer dentro del slogan de este artículo, que el APRA tiene cien años de existencia y su vida histórica ha sido y es longeva porque ha tenido líderes excepcionales como Haya de la Torre, su fundador. Nadie lo ha olvidado ni derrumbado. Entre tanto, el partido mismo sufrió el odio de la oligarquía y el militarismo. El siniestro “gobierno” del individuo Castillo terminará en el exilio, prisión o desaparición total de su seudopartido que lo llevó al poder (que ya lo echó con su renuncia claudicante). Tengo fe que en que vendrá una verdadera democracia. La experiencia será nuestra maestra. El único partido vigente y con porvenir es la Alianza Popular Revolucionaria Americana, cuyo pensamiento trasciende el tiempo y la historia.
II
Los partidos políticos en el Perú desaparecieron junto con sus caudillos fundadores y se extinguieron también sus jerarcas; solo sobrevive pujante el APRA. Allí están en el siglo XIX los conatos de movimientos partidistas con ideas de liberalismo y conservadurismo. San Martín y Monteagudo fundaron la Sociedad Patriótica (1822); Pedro Gálvez y José Sevilla el Club Progresista (1851). A partir de Manuel Pardo con el Partido Civil (ese es su nombre y no el partido Pardo, como se le llamó al inicio de su gestión) o “partido de la oligarquía”, fundado en 1871, se marca el origen de los partidos en nuestro país; Nicolás de Piérola con el Partido Nacional (1882) y el Partido Demócrata (1884) o “partido de las masas”, en oposición al civilismo; José Medina y Miguel Iglesias, lideres del Partido Liberal (1882); Andrés Avelino Cáceres con el Partido Constitucional (1885). Esos partidos llevaron al poder a sus fundadores y otros líderes como Manuel Candamo, sin biografía histórica, y Leguía dos veces presidente, aunque abandonó el civilismo para fundar el Partido Demócrata Reformista (único expresidente preso durante dos años y muerto enfermo en la cárcel el 5 de febrero de 1932). Manuel González Prada con sus ideas anarquistas lideró el Partido Unión Nacional o Partido Radical (1891), en su discurso del teatro Politeama de 1898 intentó aglutinar a nuevas generaciones con su lema ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra! Su llamado sigue vigente.
III
Desde Riva Agüero, primer presidente constitucional de la República (1823), derrocado inmediatamente, hemos tenido en el siglo XIX presidentes-caudillos militares (Bolívar, Santa Cruz, La Mar, Gamarra, Orbegoso, Salaverry, Vivanco, Castilla, Echenique, Ignacio Prado, Balta). Los partidos políticos aparecen a finales de siglo con la Sociedad Independiente Electoral de 1871, que se denominará Partido Civil de Manuel Pardo. Al iniciar el siglo XX, con el fin de la llamada República Aristocrática, Leguía fue electo presidente por el civilismo (1908-1912) y nuevamente postuló en 1919 en alianza con el partido Constitucional de Cáceres. El 4 de julio de 1919 Leguía toma el poder con un golpe de Estado. Llamó a elecciones para una Constituyente (1920) pero en 1924, Leguía se postuló a la reelección con el Partido Demócrata Reformista. Finalmente fue derrocado por Sánchez Cerro en 1930. Debo recordar que Víctor Raúl exiliado en 1924 organizó la fundación del APRA y sería candidato presidencial en las elecciones de 1931.
IV
Los partidos políticos surgen para reivindicar ideales y clases sociales, desde la oligarquía y desde el proletariado. Robert Mitchels en Los Partidos Políticos (1996) reconoce que no es fácil agitar a las masas y dice algo aplicable a nuestra realidad:
“Durante décadas y aun siglos, las masas siguen soportando pasivamente condiciones políticas vetustas que mucho tiempo impiden el avance moral y legal. Países que desde el punto de vista económico están muy adelantados, muchas veces siguen soportando durante largo tiempo un régimen político y constitucional que procede de una fase económica anterior.”
V
Sí. Seamos radicales. Hay que acabar con los seudopartidos de hoy que por la egolatría mediocre de sus “líderes” son partidos diezmados y etiquetas en botellas vacías. Derroquemos al torpe gobernante de hoy, restaurando la Charta de 1979, profanada reiteradamente.
