Quien fuese presidente de la República por ocho años, desde 1948, primero como presidente de facto y luego elegido por nuestros compatriotas, prefirió decir y repetir hasta el cansancio que el régimen que presidió hace más de sesenta años se podría sintetizar en la frase HECHOS Y NO PALABRAS.
Nos referimos al General Manuel A. Odría, quien no destacaba por su verbo, pero que si ejecutó muchas obras públicas haciendo realidad el mencionado dicho. Muchos, por molestar, decían que el A de su segundo nombre era Apolinario, siendo en la realidad Arturo.
Los amables lectores se preguntarán con razón, ¿a qué viene tal recuerdo?
La respuesta no es otra, que eso es lo que nos vino a la memoria, cuando nos enteramos qué el profesor/presidente, quien alucina que nos gobierna, manifestó hace pocos días en Nueva York, ante un grupo de inversionistas y empresarios, tanto extranjeros como peruanos, que les podía garantizar “estabilidad” para invertir en el Perú. Agregó que “se decía que éramos un gobierno extremista, pero se han convencido de que el Estado sin el sostén de la actividad privada no puede sacar adelante los grandes desafíos que tiene el país”.
En realidad, no nos hemos convencido recién de ello. Estamos convencidos desde siempre, pero lo que no está acreditado es que el régimen que preside don Pedro Castillo Terrones, también lo esté. Es por ello que le reclamamos HECHOS Y NO PALABRAS.
Ya no basta el solo hablar, ya pasó más de un año en que se inició la actual administración gubernamental y lamentablemente vemos mucha ineficiencia, nombramientos desde los niveles ministeriales hasta capas inferiores con muchas carencias, sin experiencia e incluso algunos con antecedentes nada convenientes para el ejercicio de cargos públicos, claro que con excepciones que tenemos que reconocer.
Repitiendo el dicho presidencial de que existe estabilidad para invertir en el país, inquirimos sobre de que estabilidad hace gala, si es que tuvo que regalar millones de vacunas del COVID 19 debido a fallas en su aplicación. Pero no solo ello, no hay urea ni fertilizantes para la actividad agrícola, pero les falló hasta ahora tres procesos para su adquisición. En el tema de los combustibles está probado que mientras hay reducción en precios internacionales en el Perú no han disminuido lo suficiente y el GLP ha aumentado considerablemente e incluso con desabastecimiento.
Por otro lado los conflictos sociales, sobre todo en la actividad minera, no dejan de perjudicar al Perú y la paralización de ella en varios de los grandes proyectos, está impidiendo recuperar los niveles de exportación que teníamos así como los ingresos fiscales. Hay ausencia del Estado hasta en interrupción de carreteras.
No vamos a seguir, pues no es intención del autor de esta columna deprimir a sus lectores, sino solamente advertir que no bastan palabras ni promesas, se requiere de realizaciones para que los inversores recobren la confianza para poner sus capitales en el Perú, ofreciendo trabajo a la población para que tenga bienestar.
