Una Nación se precipita desde lo más alto de su grandeza y gloria para yacer herida de muerte, cuando una derecha e izquierda brutal, petardean esos valores de la democracia o expresan el racismo más bestial y abierto desprecio por nuestra serranía. Resulta incomprensible escuchar a esos áulicos despreciables que dominan el Parlamento Nacional, jugar a tumbarse a un Gobierno, en complicidad con un sector de la clase empresarial, algunos medios de comunicación social y ciertos grupos económicos.
Claro, que el propio Gobierno hace méritos suficientes por su falta de liderazgos, transparencia, evidencia de aparente corrupción, etc. para que los chaveteros de la política, la economía y el sector financiero, jueguen peligrosamente a esa idea de petardear todo, para todo incendiarlo, como si ellos hubieran gobernado mejor.
Pues, son los perdedores de una elección y los corruptos de siempre. Aquellos que construyeron un Estado al servicio de un mercado absoluto mal diseñado y corrupto. Fueron 30 años de una misma línea económica que nos dieron una falsa ilusión de prosperidad.
Ajena a esa fantasía, Corea del Sur sin recursos naturales y en tan solo en 12 años se convirtieron en una potencia tecnológica e industrial. China en 20 años se convirtió en la primera potencia económica mundial Vietnam va por esa senda de la prosperidad. Eso, era el camino a seguir: Industrializar el País, generando riqueza diversificando la producción con mayor valor agregado y acumulándola para luego redistribuirla.
¿Qué país minero que exporta metales con poco valor agregado es rico? Ninguno, porque los países ricos exportan productos con mayor valor agregado y tecnológicos. Google, Facebook, etc. esas empresas tienen más riqueza acumulada que Perú. Triste esta realidad ¿Verdad? Mientras los países desarrollados van por la cuarta revolución industrial (Nanotecnología, del conocimiento, etc.,) Perú no ha llegado ni al nivel de la primera revolución industrial.
En esta línea de retraso histórico, esos incendiarios hicieron de la corrupción una cuestión generalizada que adquirió ciudadanía presente como algo desgraciamente normal. Todos luchan por el poder político, porque los mejores negocios se hacen a través de la política. Por eso, roba el presidente, roba el ministro, roba el policía, roba el parlamentario, roba el empresario, mermelea el periodista, etc.
Entonces, nos genera cierta desazón el triste cuadro de desorden, caos y temor que infunden determinados medios de comunicación social. No son ellos, los que deben pensar por nosotros, tampoco imponernos medias verdades u ocultarnos lo real de la situación nacional. Somos ciudadanos decentes que recusamos los privilegios de una clase social egoísta e insensible, y la esclavitud mental que pretenden imponernos.
A la crítica de este estado de cosas, Tongo escribió algunas de sus páginas más bellas recusando la doble moral de algunos presentadores de televisión, radio y prensa escrita. Por eso la educación es la más hermosa expresión creadora de adecuados hábitos sociales para resistir a los otros que nos embrutecen o idiotizan con programas mediocres de chismosería, fanatismo futbolero o cursilería brutal.
(*) Abogado penalista y analista político.