EL ICPNA REPASA SU LEGADO DE OBRAS MONUMENTALES TRASPASADAS DE PERUANIDAD Y UNIVERSALIDAD
VÍCTOR ALVARADO
Una retrospectiva de la obra escultórica monumental del Miguel Baca Rossi (1917- 2016), considerado por críticos nacionales e internacionales como el más grande escultor peruano de todos los tiempos, presenta el Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA) desde el 10 de enero hasta el 11 febrero, en la galería “Juan Pardo Heeren” de su sede de Lima Centro.
El mérito destacable de la muestra es el acierto de su curador, el doctor en Historia del Arte, Fernando Villegas Torres, al definir la obra de Baca Rossi, como figurativa, expresionista y monumental y reconocerlo como “creador del imaginario nacional peruano y el único escultor que supo representar lo que significa el Perú”.
Temprano, hizo estudios de medicina en el claustro sanmarquino, de los que se alejó para estudiar escultura en la Escuela de Bellas Artes, bajo la dirección del pintor José Sabogal, pero traslado su aprendizaje a sus tareas de escultor, desempeñándose por muchos años en la cátedra de Anatomía Artística.
Nació en el puerto de Pimental (Chiclayo), en medio de las esculturas de su padre, su primer maestro, que le transmitió esta herencia y él se encargo de enriquecer y relanzar, nutrido por las enseñanzas de los escultores universales: Miguel Ángel Buonarroti y Auguste Rodín, a los que veneró.
Macho
Y sobre todo de su adelantado, el escultor español, Victorio Macho (1887- 1966),treinta años mayor que él, quien vivió en nuestro país más de doce años de su fructífera carrera, desde 1949 hasta 1952, donde incluso se casó como la dama limeña Zoila Barros Conti, y ejerció decisiva influencia y admiración en Baca Rossi.
Macho perennizó por todos los siglos al Peruano del Milenio, Miguel Grau, con el Monumento que se levanta en el Paseo de los Héroes Navales, que fuera inaugurado en 1946. Baca Rossi hizo también otra efigie del marino epónimo que lo entregó a Piura, su tierra natal.
La obra monumental de Baca Rossi fue reconocida y solicitada por los gobiernos e instituciones culturales del mundo entero, como lo expresan los cientos de obras suyas que se exhiben en las principales capitales del mundo y de las provincias del Perú.
Por la tiranía del espacio, repasaremos algunos que siguen conmocionando las sensibilidades artísticas:
Monumentos
Su primera obra monumental es el prócer de la Independencia, coronel José Leonardo Ortiz, 1944, Chiclayo; granito de 5 m. de alto, siguieron la Virgen Inmaculada, 1946; donada a la Catedral de Chiclayo; granito, de 4,5 m de alto; Alegoría Abstracta de las Cuatro Regiones Naturales del Perú, 1966, Lima; granito de 5 m de alto.
Se agregan el monumento a Santa Rosa de Lima, 1999, Lima; granito, de 5 m de alto., en la iglesia limeña del mismo nombre; estatua de san Martín de Porres, 1983, que se muestra en la Casa de Santa Rosa ; granito de 1,8 m de alto y estatuilla de san Martín de Porres, 1984, Ciudad del Vaticano, hecha en plata, 48 cm de alto.
También: Plaza de Niños, 1969, Lima; bronce, en el Campo de Marte, La familia, 1970; bronce y granito; 5 m de alto, monumento al mariscal Toribio de Luzuriaga, 1974, en la Plaza de Armas de Huaraz; bronce, 2,2 m de alto; monumento a san Juan Bosco, 1976, en atrio de la Basílica de María Auxiliadora, Lima; bronce, 2 m de alto.
Las representaciones de Miguel Grau, que se yergue en Piura; Simón Bolívar, sedente (sentado), inaugurado en 1997 en la Comunidad Andina de Naciones (CAN); capitán José Quiñones Gonzales, 1979, Lima; acero inoxidable, 15 m. de alto; Santorín, monumento al purasangre peruano del mismo nombre, invencible en las carreras de caballo, 1981; Lima.
Allí están José Carlos Mariátegui, 1982, Lima; bronce, 2 m de alto; Víctor Raúl Haya de la Torre, 1982, Lima; bronce, 2,3 m de alto, Karl Weiss Schereiber, 1982, Chiclayo; bronce, 2 m de alto, su profesor en la secundaria; César Vallejo frente al Teatro Segura, Lima; bronce y otro que se levanta en Quito (Ecuador) y Chabuca Granda.
Igualmente, los Heroicos Cabitos de la Guerra del Pacífico, 1983, Lima, bronce, 2 m de alto, que inmortalizó a los niños defensores de Lima que se inmolaron en rechazo de la invasión militar anglochilena (1879. 1883) y el de Túpac Amaru, que está en Palacio de Gobierno, en el Salón de los Próceres, entre otros.
Resulta ineludible destacar su obra escultórica “Biafra” (1969), reseñada por el curador Fernando Villegas Torres, como una “clara denuncia de los adelantos científicos en contraposición con la crisis alimentaria que está vigente en diversas partes del mundo. En la escultura, una madre reclama al cielo porque no puede amamantar a su hijo.
El peso de los años le impidió ejecutar su acariciado proyecto monumental en homenaje a los periodistas asesinados en Uchuraccay, que se quedó modelado en yeso. El paso siguiente, del vaciado en metal, nunca se produjo. Al proyectarlo, dejó sentada su íntima convicción de rechazo a las violaciones a los derechos humanos, de respeto a la vida y contra la impunidad de los crímenes de lesa humanidad.
Maltratan su obra
El aprecio internacional prodigado a la obra de Baca Rossi, es oportuno, denunciarlo, se encuentra obnubilado por el maltrato prodigado por sus connacionales.
Por ejemplo, según denuncia Virgilio Freddy Cabanillas (El Cuaderno de Virgilio) el monumento en fibra de vidrio “Plaza del Niño”, conformado por tres niños (el trabajador, el estudiante y el deportista), el primero estuvo desaparecido y luego reapareció, y ahora está destruido y las restantes han sido recubiertas de pintura dorada.
Asimismo, las esculturas de Vallejo, Mariátegui y Haya de la Torre fueron alteradas por la autoridad edilicia limeña. Al primero le quitaron su pedestal, con lo que desapareció un fragmento de un poema vallejiano. A los otros los han recubierto con una inapropiada pintura dorada.
Lo mismo ha ocurrido con el Monumento a la Familia (Plaza San José) y el Monumento a los Cabitos en el Óvalo de Higuereta, revestidos por un color dorado impertinente.