JORGE B. HUGO ÁLVAREZ / El arte de ceder poco y ganar mucho

por | Dic 26, 2022 | Opinión

La convulsión social tiene un mensaje firme:” Que se vayan todos”. Entonces, la respuesta no puede ser militarizar el país. Pues, se corre el riesgo mayor, que el Gobernante manche sus manos de sangre. De hecho, sucedió lo previsible: Más de 30 muertos y cientos de heridos. Lo cual constituye toda una tragedia que enluta a una Nación. Entonces, no hay nada que festejar sino todo que lamentar.

El arte de ceder poco y ganar mucho, es lo real para una buena acción política. Esta idea, desde luego, es posible si el Gobierno de transición asume con firmeza, la decisión firme de garantizar unas elecciones generales a la brevedad del tiempo posible. La renuncia de Dina Boluarte es una salida honorable, porque permitiría unificar acciones para una convocatoria inmediata a elecciones generales. Pues no hay tiempo que perder; los odios ya fueron alimentados persistentemente, por una clase empresarial, política y financiera representados por partidos políticos de derecha bruta y achorada y una izquierda intolerante, que difícilmente resultan conciliables en un contexto de grave convulsión social.

La paz social no se logra con jefes militares, policiales y/o ministros impresentables e incompetentes. Pues, el terruqueo no calma las pasiones exacerbados, sino los alienta y ensancha la indignación hacia los más sensatos, quienes se siente ofendidos al ser motejados indiscriminadamente de terrucos. Se requiere de Ministros de alto perfil político, elocuentes y de grandes dotes para la negociación. Pues, la persuasión es el arma más adecuada para socavar la conflictividad social.  Toda la habilidad de un Ministro u hombre de Estado consiste en desempeñar bien las funciones de alta política. Nunca de mequetrefes intolerantes, enfermizos de figuración y amantes de la intolerancia.

En situaciones complicadas de alta conflictividad social, los servicios de inteligencias juegan un papel preponderante para aislar, reprimir y neutralizar a los violentistas sin afectar a quienes salen a las calles a protestar con justa razón. Nuestros servicios de inteligencia son ineficientes o acaso, ocultaron la real información para que los Ministros o la Presidenta de transición tomen decisiones erróneas.

Lo torpe de esta cuestión tiene que ser investigado, porque una adecuada información sirve para tomar una decisión adecuada. Todo Gobierno necesita para garantizar su seguridad de una policía eficiente y vigilante, pero con jefes policiales incólumes de corrupción, leales, inteligentes y bien informados. Pues, esta alta tarea no puede ser dejadas a policías, corruptos, bravucones, deshonestos o poco preparados.

Una policía secreta, pero en determinadas situaciones excepcionales, resultan necesarias para conocer la faz oculta de los extremistas. En lo esencial para la seguridad del Estado. Pero, no podemos permitir que estos aparatos sean utilizados como mecanismos para perseguir a partidos políticos legítimamente constituidos.

El Congreso de la República tiene una alta cuota de responsabilidad en los hechos trágicos que vive el País. Pues, del despotismo múltiple del Congreso, pasamos a la tormenta popular. Júzguese lo conveniente, porque no podemos construir la paz con pendencieros, charlatanes de voces altisonantes. Amigo lector, el cerebro debe controlar la espada.

(*) Abogado penalista y analista político.


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