Según especialistas en el desarrollo de las izquierdas extremas, la caída de Castillo debe iniciar el análisis para advertir lo que está ocurriendo en el Perú con las hordas de protestas, que algunos se empeñan en camuflarlas como pacíficas, cuando son violentas y cargadas de acciones tipificables de terrorismo, pero que hasta hoy, la benevolencia del Ejecutivo, la lentitud de las fiscalías, unidas a las marchas y contramarchas del Congreso, parecen no asimilar sus dimensiones y consecuencias. Recordemos:
Castillo antes de ser presidente ya era adherente del foro Sao Paulo y admirador de Evo, quien ingresaba al Perú con discursos separatistas, preconizando la separación de parte de nuestro territorio hacia su proyecto Unasur.
Y Castillo presidente tuvo sólo dos objetivos: desfalcar al Estado robando y reinyectar el virus comunista al país, utilizando los Consejos de Estado realizados en provincias, reforzando así las permanentes acciones senderistas, levantando la bandera de la Constituyente, e insuflando un feroz odio entre peruanos. Y ello dio resultados.
A su caída, empezaron las manifestaciones violentas, con muertos, en diversas regiones. Boluarte, tachada de traidora por sus ex aliados es presionada: o renuncia, o lidera el adelanto veloz de elecciones como las únicas condiciones para detener el estallido social. Ella opta por el adelanto eleccionario, presentando un proyecto, y el Congreso se compra este cuento, al punto de respaldarlo con 97 votos. Simultáneamente países ideológicamente afines a Castillo (¿cofinanciarán estas revueltas?) emprenden infames acciones de injerencia contra el Perú, repletas de falsedades, que Cancillería enérgicamente las ha respondido.
Los analistas advierten: cualquiera que fuere el resultado de la votación en la segunda legislatura, Sendero no abdicará de su idea de llegar al poder a cualquier precio e instalar en el Perú un régimen similar al cubano o venezolano. Y desaparecerán nuestras libertades.
Si se obtienen 87 votos en la siguiente legislatura tratarán de introducir una Constituyente. Y de obtenerse una votación adversa, igual continuarán las revueltas: bloqueo de carreteras, ataques a aeropuertos, destrucción de propiedades, etc. que son copia fiel del libreto pasado senderista. Nada detendrá las revuelas, sino las acciones adecuadas y con verdadera firmeza que adopte el Ejecutivo a trasvés de la policía, FFAA y fiscalías. Dialogar con Sendero es una utopía.
¿Y qué haría el Congreso de archivarse este proyecto? Pues apoyar a la Presidente hasta el 2026; de ella dependerá que esto suceda. Y aprobar leyes que garanticen una contención para no repetir los errores causantes de nuestra actual situación: una ley para la conducción de procesos electorales transparentes, con presencia de las FFAA en cada mesa electoral como testigos y darles la custodia de los votos y actas. Otra ley a fin de que los partidos políticos lleven al Congreso a personas calificadas, escogidas por sus órganos internos y que puedan cubrir hasta el 50% de sus candidatos. También hace falta una reforma judicial, despolitizándola, reformando la Junta Nacional de Justicia, que nombra, ratifica y sanciona a jueces y fiscales. Este poder requiere drásticas reformas.
Si este Congreso lograra estos objetivos será recordado con gratitud por la Nación.
(*) Abogado
