Mucho se habla de la sobre criminalización de la política en nuestro país, hemos llegado a tener a cuatro ex presidentes de la República con orden de prisión preventiva, dos Presidentes de partidos políticos presos y muchos políticos en problemas con la justicia, pero también hay muchas víctimas silenciosas y anónimas de estas prisiones preventivas que la doctrina y la norma señalan que deberían ser de carácter excepcionalísimo, pero que lamentablemente se han convertido en ¨el trampolín a la fama¨, de fiscales en busca de protagonismo y jueces que procuran popularidad, esto nos ha orillado a una sobre criminalización de la vida en sociedad, todos lo ciudadano ya nos hemos acostumbrado a ver estas medidas como un show televisivo, donde todos adelantamos opinión sin si quiera haber leído el caso y hasta indilgamos delitos de manera concluyente, decimos ligeramente ¨
Delincuentes¨, estos malos operadores fiscales y de justicia nos han inducido a la talk-show-risación de la justicia, esta semana tuve el gusto de conocer a alguien que por su historia, me impacto y cambio la manera de como desde ese momento en adelante veré las prisiones preventivas, Carlos (nombre cambiado a su pedido) era un maestro universitario que por circunstancias de la vida, se vio envuelto en una situación sin pedirla ni quererla, que lo llevo a un penal producto de la solicitud apresurada de prisión preventiva, realizada por un inexperto fiscal, refrendada por un juez sediento de popularidad, ocho meses en un penal para que se investigue era lo que debía cumplir,
Carlos apelo esta decisión convencido de que las cosas se esclarecerían antes de ese periodo, siendo recluido en el establecimiento penitenciario Miguel Castro Castro, para ello se le practicaron los exámenes médicos respectivos antes de ser internado en este centro penitenciario, como no era un político, figura conocida, ni tenia los recursos económicos como para poder acceder a algún tipo de beneficio, fue derivado a un pabellón de delitos comunes, a la semana de convivencia con la comunidad penitenciaria y creyendo que nada podría empeorar su situación, fue ultrajado por un recluso, el cual tenía el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA),
Carlos fue evaluado y se determinó que había sido contagiado de esta terrible enfermedad, a los cuatro meses de estos hechos, una sentencia dictamino que él era inocente, fue liberado, nadie se disculpó por haberlo sometido a este régimen atroz, nadie se hace cargo de su tratamiento médico, no sabe cómo explicarle a su esposa porque no puede tener intimidad con ella, tiene miedo del futuro de sus hijos, nadie saco una nota periodística diciendo que era inocente, como me indico, su situación ya no puede cambiar, solo buscaba alguien que lo escuche y tome iniciativas para que no le pase a otro, lo que le ocurrió a él, esta reflexión nos debe llamar poderosamente la atención, es necesario avanzar a un sistema distinto, la prisión preventiva debe darse en casos donde el sustento probatorio sea indiscutible, luego de la formalización de las investigaciones, deben implementarse cárceles especiales donde vayan las personas que están bajo este tipo de prisión, sin ser culpables todavía, cárceles severas sí, pero donde se resguarden los derechos de los internos doblemente, o quizás hacer un régimen mixto y tomar el modelo americano del sistema de fianzas, debemos dejar de deshumanizarnos, un caso así no puede volver a repetirse.