Ricardo Sánchez Serra
El islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) de Marruecos criticó a la Cancillería de su país por mantener relaciones diplomáticas con el Estado de Israel que según él “menoscaba la resistencia palestina y que parece estar defendiendo a la entidad sionista”.
Cabe mencionar que el PJD estuvo en el gobierno -una década- hasta el 2021 y perdió rotundamente en las elecciones de ese año pasando de ser la primera fuerza a la sexta en las últimas elecciones.
Su descenso se debe al desgaste político y no cumplir con la mayoría de sus promesas electorales y a también por tener, algunos miembros, con un pensamiento retrógrado que va en total discordancia con el avance político, económico, social y cultural del país liderado por el soberano Mohammed VI.
A sus dirigentes, que están fuertemente cuestionados, no se les ocurrió mejor idea de aumentar su popularidad, criticando las relaciones con Israel.
Hemos criticado que en cualquier nación del mundo se utilice a la política exterior con fines de política interna, con agendas propias o que se le introduzca posturas ideológicas y maximalistas, debido a que dañan la imagen del país y las relaciones con otros Estados. Hay que respetar la tradicional política exterior, sobre todo que sea una política de Estado, constante, alineada con el derecho internacional, defendiendo los principios y valores universales y adaptada a la realpolitik.
La política exterior marroquí está muy prestigiada en los países árabes, africanos, en general, en todo el mundo. Es reconocido la importancia geopolítica del Reino, su reconocida lucha contra el terrorismo -grandes eventos internacionales se han realizado en sus ciudades-, es reconocido su rol estabilizador en la región, el plan de autonomía de su Sáhara marroquí logra mayores adhesiones en la comunidad internacional.
Asimismo, está bien considerado por su participación activa en los foros multilaterales, en defensa del medio ambiente y el tema migratorio y lucha contra el narcotráfico.
Un gran logro es la adhesión al Acuerdo de Abraham, que no solo es restablecimiento de relaciones con el Estado de Israel, sino también paz y desarrollo. Es importante recalcar, también, su defensa de la causa palestina y que el Rey Mohammed VI preside el Comité Al-Qods de apoyo a la ciudad de Jerusalén.
Por ello el enojo del Gabinete Real marroquí al pronunciamiento de la secretaría general del PJD, cuyo contenido la califica de “extralimitaciones irresponsables y planteamientos peligrosos sobre las relaciones entre el Reino de Marruecos y el Estado de Israel…”.
Asimismo, reitera que la posición del país hacia la cuestión palestina es irreversible y constituye una de las prioridades de la política exterior y que se encuentra en el mismo nivel de la integridad territorial del Reino. Cabe mencionar que el Acuerdo de Abraham fue informado a las autoridades palestinas en su momento y no fue objetado y que, a nivel interno, los partidos políticos expresaron su apoyo, más aún si quien firmó dichos acuerdos fue el exjefe de gobierno, secretario general del PJD, Saadeddine El Othmani.
Por ello, este tema no debe ser manoseado ante réditos o chantajes políticos, como lo ha hecho el PJD, a quien le recuerdan que la política exterior es prerrogativa del jefe de Estado según su Constitución, encabezada -reitera- por la cuestión de la integridad territorial.
Hay varias preguntas que se hacen en el país norteafricano:
¿Por qué se tardó dos años para denunciar este acto?
¿Por qué no se criticó al PJD turco, su hermano mayor, cuando se abrió de par en par sus puertas a Israel?
¿Acaso el PJD marroquí está trabajando en una agenda nacional diferente?
Ni ideología, ni extremismo, ni maximalismo deben entrometerse en la política exterior de un país. Hacen mucho daño y las consecuencias suelen ser desastrosas y para reparar los daños se necesita mucho tiempo, confianza y voluntad.