Por Ricardo Sánchez Serra
El hermano mayor de mi abuelo, Manuel Serra Gálvez, se fue a vivir a Chile a fines del siglo XIX. Nunca supimos más de él hasta que encontramos una foto –fechada en 1900- en la que estaba con su esposa y le escribía a sus padres, José Serra Ruiz y Benjamina Gálvez de Serra, diciéndoles que le iba muy bien.
Tantos años habían pasado que la familia tenía la inquietud de saber cuántos descendientes había tenido y si era posible ubicarlos. Mi hijo, que como todos de su edad, nacieron con el Internet, buceó en él y comenzó a buscar pistas y encontró las partidas de matrimonio. Manuel se había casado con Adela Carrazola Mira, que muere y luego se vuelve a casar con la hermana de Adela, Sofía. Con ambas tuvo diecisiete hijos. Vivían primero en Valparaíso y luego en Santiago de Chile. Mi hijo aún continúa averiguando sobre sus descendientes en la web Family Search.org, creada por la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, más conocida como la iglesia mormona.
De repente contuvimos la respiración y hubo un silencio sepulcral al leer en las partidas de matrimonio que las ocupaciones de mi tío era “topógrafo” y la de mis tías eran “labores del sexo”. “No hay que decir nada a nadie” decíamos en la mente, con desazón.
Seguimos sumergiéndonos en el Internet para conocer exactamente qué significaba “labores del sexo” y encontramos la definición: “es una expresión utilizada para englobar todas aquellas actividades que culturalmente se han considerado como parte de la naturaleza de las mujeres, es decir, exclusivas y apropiadas para ellas por su capacidad reproductora y por su rol materno, finalmente todas ocupaciones vinculadas al espacio doméstico. La naturalización de estas actividades ha significado que estas históricamente han permanecido invisibles a los ojos de la sociedad sin ser valoradas y reconocidas debidamente, pues sólo aquellos trabajos relacionados con lo productivo y público (lo masculino), han tenido un mayor reconocimiento en el mercado y en la sociedad a través del tiempo”.
Traduciendo, “labores del sexo” es el trabajo de las amas de casa: cocinar, lavar, planchar, bordar, tejer, maternidad, cambiar pañales, entre otros.
De acuerdo a webs chilenas aún persiste la figura de «labores del sexo» para referirla a quien se ocupa de las tareas de mantención de una casa o “dueña de la casa”.
Aprendimos algo nuevo, que es antiguo, hoy. Y que debe quedar sepultado en el pasado.