El expresidente Alejandro Toledo Manrique llegó extraditado al Perú para afrontar un pedido de prisión de 20 años y seis meses por haber recibido dinero sucio de la empresa brasileña Odebrecht, el testimonio demoledor de su ex socio Josef Maiman lo sepultó.
El hoy difunto amigo cercano de Toledo destapó una caja de pandora antes de morir el pasado 10 de octubre del 2021 y lo delató sobre las coimas que recibía del expresidente de Odebrecht, Marcelo Odebrecht.
Según tesis fiscal, el expresidente Toledo recibió más de 35 millones de dólares en coimas de empresas brasileñas cuando era jefe de Estado durante los años 2001 al 2006.
Toledo, a través de su defensa legal, prepara una estrategia que apunta a la victimización para evitar ir a prisión. Una de las maniobras ha sido el revelar que padece cáncer, cómo adelantó su propio abogado, Roberto Su y ratificada por Pedro Toledo, hermano del mandatario sin entrar en mayores detalles. Ya la defensa legal adelanta que padece otras cinco enfermedades.
Por ello, no es extraño que el expresidente sea visto en silla de ruedas al momento de ser extraditado al Perú, el cual formaría parte de un campaña de victimización para no estar entre rejas.
El objetivo del exmandatario es lograr que el juez le conceda arresto domiciliario y no sea un inquilino más de la Diroes, dónde están recluidos los expresidentes Pedro Castillo y Alberto Fujimori.
La llegada de Toledo, sin lugar a dudas, tendrá un impacto directo sobre la política peruana: muchos están temblando de lo que pueda hablar.
Por otro lado, este caso permitirá un respiro al gobierno, porque ahora la atención de la prensa estará centrada en el proceso judicial contra Alejandro Toledo.