Luego de haber trabajado como asesor de uno de los Ministros de Defensa del gobierno del ex Presidente Ollanta Humala y siendo parte de la familia militar, hace algunos años tuve el inmenso honor de ser invitado por el Centro del Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos de las Fuerzas Armadas del Perú, para llevar el curso básico del “Derecho Internacional Humanitario y Derecho Internacional de los Derechos Humanos”, curso impartido a militares y civiles invitados, con las finalidad de desmonopolizar de las corrientes de izquierda un tema muy sensible y a través del cual muchos de nuestros miembros de las instituciones tutelares de la patria han venido siendo perseguidos y encarcelados injustamente.
Esta iniciativa extraordinaria que nace el 2003 con la creación del Centro, no hace más que alentar a que muchos profesionales que no tenemos un sesgo ideológico, demos y promovamos una visión distinta de lo que fue, es y probablemente será la actuación de nuestras fuerzas del orden en la pacificación nacional y la derrota final al narcoterrorismo en nuestro país.
Por ello es necesario masificar este tipo de iniciativas en colegios, universidades, colegios profesionales y todo tipo espacio donde pueda haber debate y reflexión, logrando de este modo democratizar estos temas que generalmente son tratados solo por algunas ONGs o instituciones que en la mayoría de oportunidades parecieran defender a terroristas, victimizándolos y hasta mitificándolos al punto de convertirlos en héroes víctimas de supuestos perversos militares.
A ello se suma que el accionar terrorista se da por voluntad propia buscando causar terror en la ciudadanía, mientras el militar reacciona a pedido de la sociedad, como parte de su trabajo tutelar de la sociedad y el territorio patrio.
Es decir, mientras que el actuar de un terrorista es a iniciativa de él mismo y promovido por el odio, el hombre de armas en cambio, reacciona por mandato de la Ley y en el marco de su papel de defensa de la población.
Con esto no estamos negando que quizás en casos aislados se cometieron vulneraciones a los Derechos Humanos, pero no debemos permitir este intento de generalización y sinonimia de colocar a nuestras fuerzas armadas como violadoras de Derechos Humanos. Todo lo contrario, los que causan terror son los violadores de Derechos.
Que ninguna Comisión o informe, redactado desde una lujosa oficina y cómodo asiento de cuero en Washington venga enseñarnos nuestra realidad.
Justamente ahora, como respuesta política, se debe apoyar y equipar a nuestras fuerzas armadas, poniendo mayor y especial énfasis en la lucha contra el terrorismo en el Vraem y sus remanentes que apoyan al narcotráfico y minería ilegal.
Señora Presidente le pedimos ser cautelosos en nuestras declaraciones, no caigamos en el miedo de las posteriores persecuciones que hacen estas organizaciones, la historia está frente a usted, asuma el papel de respaldo irrestricto a nuestras fuerzas armadas, deslindando de posibles acciones muy aisladas de algunos subordinados que cometieron excesos al momento de calmar las protestas, pero usted debe ponerse firme y fuerte en esta posición. Esté segura que los ciudadanos estaremos allí para apoyarla.