JAVIER VALLE-RIESTRA / Los viejos y nuevos Derechos Humanos

por | Jun 9, 2023 | Opinión

Los llamados Derechos Humanos (DDHH) no han tenido siempre la misma definición y los mismos propósitos. En la edad Media, los derechos no existían para la plebe; se limitaban a dejar entrar a los feligreses a las iglesias, a los atrios de los conventos. Pero con las revoluciones liberales –Inglaterra (1689), USA (1776) y Francia (1789)— se reivindicó los Derechos Humanos, consistentes entonces en la fraternidad, igualdad y libertad, aunque mantenían sumisamente las prerrogativas de los Príncipes.

 

Todo eso se derrumbó, por verbalista y ficticio, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX con la independencia de los pueblos y formándose naciones libres. Nace el Estado y las Repúblicas, por tanto, nuevos DDHH. No existían ya reyes ni virreyes. Lo único que se vio, fuera del orden, las guerras civiles intestinas para desplazar a los presidentes vueltos tiranos.

 

En el caso del Perú, tuvimos los conflictos de Castilla y Castillo, los de Piérola y Cáceres, y otros personajes más subalternos. La democracia en el Perú se instaló progresivamente desde 1895, luego de la victoria del “Califa” sobre el “Brujo de los Andes”, quien fue sucedido por civilistas libertarios: Candamo, Serapio Calderón, Leguía, José Pardo, Billinghurst. Recordar que Leguía gobernó por segunda vez desde 1919 hasta 1930 y fue derrocado por Sánchez Cerro.

 

Desde entonces, hemos intentado afincar la constitucionalidad democrática y los DDHH, la que duró efímeramente durante los gobiernos sucesivos, de Prado y Bustamante y Rivero. El militarismo estuvo entre bambalinas y la democracia maniatada. Fue hasta 1978 en que introdujimos un catálogo de los Derechos Humanos, que hoy podríamos llamarlos “viejos derechos”.

 

Sin embargo, nuestra democracia es totalmente anárquica, policéfala, con un Parlamento deslegitimado, un Poder Judicial títere de los intereses económicos y del poder político, la Defensoría del Pueblo y Tribunal Constitucional –instituciones nuevas, pero con viejos males— no representan a nadie.

 

Vendrá inexorablemente un golpe de Estado que arrasará toda esa mascarada y será remplazado por una ley de leyes nueva, hecha con la Inteligencia Artificial (IA), por máquinas y no personas. Falta poco. Ya viene la convulsión redentora que derrumbará todo el sistema no respetable de hoy. Así que repetimos “los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra”. No solo son viejos los ancianos, sino las juventudes eunucas y claudicantes. Vayamos a la lucha, diciendo Guerra a muerte a los traidores cómplices de un ayer nefasto.

II

En la evolución de los DDHH se identifican tres etapas muy marcadas. La primera generación fue la afirmación de los derechos civiles y políticos, a finales del siglo XVIII, como la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (Francia, 1789), esos derechos son oponibles al Estado. La segunda generación, suma a los primeros, los llamados derechos sociales originados por la revolución industrial y el constitucionalismo socialista. Son DDHH en beneficio de cada persona en un entorno de libertad jurídicamente protegida. Era por temor al Estado, contra el abuso del poder estatal y enemigo de las libertades públicas.

Se funda en el principio del Estado de Derecho, la limitación jurídica de la autoridad pública, la división de los poderes, la igualdad ante la ley, el habeas corpus, la tipicidad penal, el laissez faire -dejar hacer- en el campo económico. Pero el desenfreno del capitalismo trajo nuevos peligros contra las libertades y los DDHH. Por eso, hoy es la defensa de los grupos desfavorecidos ante la opresión de personas o grupos de poder económico sobre a las economías frágiles. Los DDHH de esta segunda etapa son exigibles al Estado.

La tercera generación de derechos nuevos comprende a la paz, al medio ambiente sano, a la planificación familiar, la solidaridad o injerencia humanitaria, destinados a proteger la vida del hombre en comunidad. Su protección y defensa se extiende más allá de las fronteras nacionales.

La internacionalización de los DDHH sale de la esfera y soberanía de los Estados nacionales; requieren el esfuerzo de alianzas multilaterales y de grupos sociales o colectividades unidas por una causa común. (Cfr. Rodrigo Borja, Enciclopedia de la Política, 1998). Estamos así, ante nuevos retos de los DDHH. Somos una aldea global. Los viejos derechos estarán en el museo junto a la rueca de hilar. Preparémonos al diluvial que se aproxima, en que los viejos irán a su sarcófago.

(*) Jurista, exconstituyente, exdiputado, exsenador y exconstituyente de la República.


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