Los grupos ecologistas enfrentan la presión del régimen y muchos fueron ilegalizados con la ola de represión que se desató tras el inicio de la invasión a Ucrania
El ambientalista Ígor Chastuj, de tan solo 18 años, sostiene un frasco frente a un desagüe del que brota un agua caliente y pútrida, cerca de la ciudad de Penza, en el oeste de Rusia.
«Huele a infusión», menciona tras oler la muestra, mientras su pareja, Sonia, registra el olor y el color, amarillento, de la sustancia, junto a otros dos activistas, Alexéi Zetkin y Yakov Demidov.
El agua procede de una fábrica de papel cercana que ya fue multada por contaminar y su destino es un afluente del río Sura, a unos 600 kilómetros de Moscú.
El líquido presenta niveles excesivos de cloro, hierro y materia orgánica.
«La gente que bebe esta agua, pesca en ella y se baña en ella debe comprender el peligro», dijo Ígor a la AFP.
Los grupos ecologistas como el de Ígor ya se enfrentaban a la presión de las autoridades y muchos fueron ilegalizados con la ola de represión que se desató tras el inicio de la guerra contra Ucrania.
«Lo que hacemos es legal e inofensivo, pero mañana podrían asociarlo con el extremismo o el terrorismo». «La mínima transmisión de información puede convertirse en una supuesta amenaza al Estado», observa el ambientalista Ígor Chastuj.
Ese fue el caso de las secciones rusas del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Greenpeace, acusadas de ser «secuaces de Occidente» y de socavar la economía nacional.
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Actualmente sobreviven tan solo grupos ecologistas locales, de dimensión generalmente modesta, que tratan de continuar la lucha.
El grupo inspecciona periódicamente ríos o basureros y luego, con apoyo de un activista mayor con conocimientos jurídicos, denuncian los incumplimientos de las leyes ante el Ministerio Público o la agencia de protección ambiental.
La coordinadora de la ONG Bellona, Ksenia Vajrucheva, actualmente exiliada, cree que ya no existen organizaciones ambientalistas rusas lo suficientemente poderosas como para provocar cambios sistémicos.