Es increíble el facilismo con el que el pueblo toma el Tema de Seguridad. Se conceptúa al tema de la seguridad como un tema de represión para lo cual se necesita únicamente que la policía actué como tal, represivamente, remediando todas aquellas situaciones de inseguridad que se planteen en el País. Además, se sugiere más policía, más patrulleros, más motos, más caballos, más escuelas para policías, etc. Es decir, darle a la policía únicamente una misión de represión.
En un país en que los problemas son tan complicados por el uso de drogas y alcohol pareciera una misión imposible y una actitud de quitarse o zafar de la responsabilidad en el problema por parte de la sociedad en su conjunto. Si a eso le sumamos que el desarrollo de, los últimos años de nuestra economía ha generado en un vasto sector de nuestra sociedad un sentimiento de codicia, la sociedad se está convirtiendo en potencialmente violenta.
Cuándo me incorpore a la Municipalidad de Lima el año 1998 como regidor de la oposición del recordado Alcalde Alberto Andrade, presenté a su consideración un estudio para mejorar el tal llamado sistema de seguridad ciudadana, sistema surgido de manera provisional a raíz de que la policía a nivel nacional fue superada en sus áreas de influencia por los grupos subversivos. En aquella ocasión planteé lo que a mi entender era la seguridad ciudadana, diferenciando a esta de la Seguridad de los individuos. Decía así: “La seguridad ciudadana es un proceso dinámico y permanente que abarca a la comunidad en su conjunto. La seguridad ciudadana y las libertades individuales, constituyen una dualidad inseparable. Es necesario establecer y mantener un balance racional entre seguridad y libertad porque con exceso de seguridad se cooptan las libertades.
Decía en aquel documento, que la seguridad tiene dos etapas, la preventiva y la correctiva, pero finalmente la definí así: es la situación ideal de orden solidaridad y paz, generada por los propios ciudadanos agrupados en comunidades y expresada a través del respeto de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones individuales y colectivas. Esto se logra a través de la participación de la población individualmente o colectivamente.
Mi intención en este documento es hacer notar que no es tan importante el dinero que se invierta en equipos y entrenamiento de la policía cuanto en la educación pública de la sociedad en temas de seguridad. Si todos no aportan lo suyo al nivel en que están, nunca tendremos la seguridad que deseamos y con los factores externos que actualmente existen como las drogas y licor, la cosa esta difícil.
Si alguien me preguntara en que se parecen los sistemas de seguridad ciudadana de Lima y sus distritos, yo le diría que todos son diferentes con, misiones diferentes, comunicaciones diferentes, entrenamientos diferentes y vehículos de distintas apariencias y colores que en lugar de ayudar complican al ciudadano. Hay que replantear el problema haciendo participar a la sociedad en su conjunto.
(*) Vicealmirante AP