Manuel Ruiz Huidobro
─ No podemos recuperar los dos locales tomados por los apristas. –dijo uno de los almirantes de la Marina peruana.
En la rebelión aprista del 3 de octubre de 1948, los marineros habían tomado la Escuela Naval y el Real Felipe, y como las fuerzas armadas no podían recuperarlos, elaboraron una estrategia que para su realización decidieron solicitar la participación del Presidente.
Se dirigieron al Palacio de Gobierno y, orgullosos de su astucia, le dijeron al presidente José Luis Bustamante y Rivero:
— Señor Presidente: usted debería anunciar por Radio Nacional que hemos recuperado una de las bases, sin especificar cual, y que el ejército se está dirigiendo a la otra para tomarla. De este modo, cada grupo rebelde creerá que se ha queda solo, y así lograremos que ambos se rindan.
Ante su sorpresa, el Presidente les respondió:
— ¡Yo no puedo decir eso! El Presidente… ¡no puede mentir! El Perú tiene que saber que… ¡el Presidente siempre le dice la verdad!
Me contó el sacerdote e historiador Armando Nieto S.J., que posteriormente este engaño lo realizaron los marinos con una comunicación entre dos barcos de la armada, que sabían que sería interceptada pon los rebeldes.
La decisión del presidente Bustamante resulta incomprensible para los pragmáticos estrategas. Ellos, inmediatistas y soberbios, nunca podrán comprender la profunda y definitiva fuerza de la verdad y del limpio testimonio moral.
Hoy, cuando escuchamos a nuestros presidentes mentir, porque creen que se los exige las circunstancias o porque necesitan ocultar una conducta que los avergüenza, debemos recordar que el Perú tuvo a don José Luis Bustamante, quien debe ser nuestro ejemplo; y, sobre todo, debemos votar y apoyar solo a políticos que son como él, para así tener la seguridad que el Presidente, siempre dice la verdad.