Hace pocos días se celebró en la República de China (Taiwán) elecciones generales, resultando ganador en las presidenciales, Lai Ching-te, del Partido Democrático Progresista.
Lai es un médico que defiende la soberanía de su país, como un Estado separado de China comunista, es decir, partidario de la independencia. Esta posición en su campaña, que resultó triunfadora, es la que quiere mayoritariamente la población taiwanesa, libre y democráticamente.
Mantener el statu quo es lo mejor para Taiwán, pues tampoco es creíble, segura y seria, la postura continental de una “China dos sistemas”, porque se ha visto el inmenso fracaso en Hong Kong, en donde se avasallan los derechos humanos, en especial la libertad. Todos saben que su llamado a la “reunificación” es un cuento chino.
Lo increíble es que China comunista -aunque tenemos que estar acostumbrados a sus adjetivos agresivos- ha acusado a Lai de “hacedor de guerra”, cuando es la propia China comunista que trasgrede continuamente los espacios aéreos y marítimos de Taiwán con naves de guerra y tiene miles de misiles apuntando a la isla. Además, tiene al mundo en zozobra, con sus amenazas de invasión y que implicaría la intervención de otra potencia, Estados Unidos, en defensa de Taiwán, de su libertad y democracia.
Nunca un partido en el poder ha ganado tres veces consecutivas las elecciones presidenciales, esta vez con Lai, si sucedió, porque el bienestar, el progreso y la economía están estables y la propaganda comunista china de amedrantamiento, amenazas militares, de desinformación, fracasaron.
Está demostrado, una vez más, que Xi Jin Ping con prepotencia no logrará nada y la situación se empeorará con intimidaciones militares, vocabulario agresivo y bloqueos. Lo mejor para la región es una coexistencia pacífica, con diálogo, relaciones normales y fomento de las inversiones y desarrollo. Es el mejor lenguaje para la prosperidad.