Javier Milei llegó a Davos para exponer las bases de su programa económico orientado a salvar a Argentina y, de paso, advertir a Occidente sobre los peligros de las medidas que entorpezcan el libre mercado.
Sin mediar mayor preámbulo, Milei avanzó el eje central de su discurso: «Occidente está en peligro» debido a las ideas del socialismo las cuales conducen a la pobreza. Advirtió además que los experimentos colectivistas nunca son la solución a los problemas que aquejan a los ciudadanos del mundo, sino que son su causa. Con este discurso sin filtro, Milei inicia la batalla que se debe librar en el mundo entre el socialismo y el liberalismo.
Esta batalla se juega entonces en primer lugar en América Latina, donde el primer aviso ha sido la llegada de Nayib Bukele quien está probando que el crimen organizado no puede ser parte de ningún proyecto de desarrollo de un país.
Por el contrario, sostener «acuerdos de paz» y recurrir a políticas garantistas solo lleva a una malsana convivencia que sume a la población en la pobreza e inseguridad. Gabriel Boric lo ha comprendido y su mirada ideológica le ha cedido el paso al realismo que le exige mantener la estabilidad político- económica de Chile. Él ha visto en el rechazo a la nueva Constitución no un rechazo sino una oportunidad; de allí su mensaje: «Durante nuestro mandato se cierra el proceso constitucional. Las urgencias son otras».
Bolivia va en ese camino al abandonar las políticas del MAS. Daniel Noboa en Ecuador está viviendo en su corto gobierno la bomba de tiempo que le dejaron las políticas correistas. Por una parte, ha declarado su país en «conflicto armado interno» para frenar la delincuencia que había llegado a asesinar candidatos a la presidencia y, por otro lado, lidiar con el déficit fiscal y la caída de la inversión extranjera. Dina Boluarte en Perú debió dar también el paso hacia adelante y apartarse de las políticas (caos) gubernamentales de Pedro Castillo.
Ahora bien, para generar un efecto expansivo en América Latina, Milei deberá ganar la primera batalla interna y no lo tiene fácil. Por una parte, sus primeras medidas económicas están en parte afectando a la población. Sobre ese descontento, y sin periodo de gracia, se prepara una primera huelga nacional. Por otro lado, la falta de apoyo en el Congreso y la falta de gobernadores se hace sentir, a lo que se suma el fantasma de la hiperinflación. Como consecuencia, las agencias calificadoras Moody’s o Standard & Poor’s (quien calificó a Argentina con CCC-), pronostican que, si estas medidas de ajuste se abandonan, las condiciones podrían deteriorarse bajando la calificación al último nivel.
¿Podría apoyar el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica? Si bien es cierto que existe consenso en cuanto a sus políticas de shock, Joe Biden está ocupado en otros frentes sin mostrar mayor interés en apoyarlo. Esta situación estaría forzándolo a voltear la mirada hacia China, quien sí es capaz de prestar los fondos necesarios para que Argentina cumpla con sus deudas internacionales.
Así las cosas, la Argentina de Milei pone el primer campo de batalla entre las ideas del socialismo y el liberalismo. De los resultados que obtenga estaría ganándole un primer round e influenciando el destino político de América Latina. Es por lo que votó el 56% de la población argentina, y es en ese espejo en el que Milei exhorta a que se reflejen las economías de Occidente.
Abogado internacionalista
