Para que un país logre un desarrollo sostenible, tiene que ser integral, en cuatro dimensiones, económica, social-cultural, ambiental y política, en forma simultánea y sinérgica. ¡Lo económico es necesario, pero no suficiente! La experiencia peruana de la última década lo está demostrando, priorizamos lo económico y no fortalecimos la dimensión social, ambiental y política fortaleciendo la descentralización y ahora vemos las consecuencias. La nueva Ley Forestal insiste en el mismo error, porque sabemos que la principal causa de la deforestación está en la dimensión social, en la agricultura migratoria de los pequeños agricultores, por la falta de formalidad para fijarlos en sus tierras y apoyarlos para ser más productivos.
No es posible que la productividad de un pequeño agricultor sea la cuarta parte de su potencial. Por ejemplo, un agricultor obtiene 500 Kg de cacao por hectárea, cuando podría obtener hasta 3,000 Kg; es decir, podríamos incrementar sus ingresos y la producción del Perú sin deforestar un metro cuadrado más, pero se necesita un gran apoyo del Estado en asistencia técnica, que actualmente no se realiza en forma adecuada. No debemos olvidar que ellos son los principales proveedores de alimentos, para nuestra seguridad alimentaria y que lo han demostrado fehacientemente durante la pandemia porque no tuvimos una escasez crítica de alimentos y además constituyen miles de familias que actualmente producen cacao, café, palmito, palma aceitera y otros.
La nueva Ley Forestal, comete el mismo error y lo hace mayor, agudizando aún más el círculo pernicioso del que adolecen todos los sectores del Estado, la “tramitología”, la informalidad, la corrupción y la incapacidad.
Más del 80% de los pequeños agricultores tienen menos de 20 hectáreas y sus tierras, aunque en plena producción y algunos hasta exportando, no tienen sus tierras formalmente legalizadas. La nueva Ley Forestal exige una “tramitología” complicada y costosa, lo que los empuja a seguir siendo informales y a ser captados por el narcotráfico para seguir sobreviviendo. El resultado será más agricultura migratoria, más cultivos de coca y; por lo tanto, más deforestación y contaminación de los suelos y los ríos y todas las otras consecuencias negativas que está trayendo el narcotráfico en el Perú, como en Ecuador.
¿Cómo detener la agricultura migratoria y por lo tanto la deforestación? Declarando un programa de emergencia de titulación para agricultores con menos de 20 hectáreas, apoyando la asociatividad en función del producto y del mercado, para mejorar la economía de escala para una formalización simplificada, con asistencia técnica y capacidad de gestión para la mejora de la productividad y el acceso al mercado.
Ya existen en el Perú Cooperativas y Asociaciones que vienen funcionando con éxito y sosteniblemente, en cacao, café, palma aceitera, palmito, plátano orgánico y otras, donde los pequeños agricultores vienen demostrando que ellos ya no son parte del problema, sino parte de la solución y que con apoyo adecuado del Estado en forma multisectorial podrían contribuir a parar la deforestación y a lograr un desarrollo integral y sostenible del Perú.
(*) Expresidente de la República