Phillip Butters
La noticia que causó hilaridad entre todos los peruanos es que Toledo fue arrestado en EE.UU. por andar borracho en un barcito de mala muerte. Durmió en prisión de domingo para lunes y luego hizo lo que saber hacer mejor: mentir.
Engañó a su abogado Roberto Su y al siempre locuaz Heriberto Benítez, haciéndoles dar explicaciones en el sentido de que Toledo achacaba todo esto a un complot aprofujimorista.
De esta manera, Toledo mintió por enésima vez. Toledo sí estuvo preso y va a tener que regresar a una corte de justicia americana para explicar por qué siendo residente americano se puede dar el lujo de estar haciendo escándalo en la calle en EE.UU.
Lo más probable es que sea castigado con algún tipo de trabajo comunal o que lo manden a rehabilitación por alcoholismo, cosa que de por sí es una vergüenza. Después de todo, fue presidente y personificó al país.
¿Por qué la Cancillería no envía a esa audiencia a un oficial del gobierno peruano? La razón: para que le diga a los gringos que ese señor está siendo buscado y procesado por la justicia de este país, y que no solamente tiene fama de alcohólico y drogadicto sino de ladrón.
A ver si Vizcarra se hace una y envía al señor Popolizio para que traiga de las mechas a Toledo. Quizás ese camino es más corto que toda la triquiñuela legal que están haciendo en el Poder Judicial para alargar su extradición.
En buen romance ¿Martín saldría a tomar con Toledo o se tomaría una cervecita con Salvador del Solar? Porque parece que la borrachera es generalizada.
De otro lado, tremenda borrachera la de Vieira, que por muy simpático que nos parezca a algunos, está enterrado hasta el cuello en un caso de corrupción. La verdad es que habría que estar loco o ebrio para creerle que la plata que pidió es para pagar a un abogado.
Mi consejo de pata: Él mismo tendría que renunciar a su inmunidad parlamentaria para ponerse a disposición del Ministerio Público para ser investigado antes que lo boten de una manera vergonzosa.
La Comisión de Ética no tiene cómo blindarlo y en este momento tan aciago para el Congreso, nadie va a poner las manos al fuego por él, así que mejor debería asumir su responsabilidad en los tribunales.
Pero la borrachera sigue alucinada, porque Salaverry cree que el pueblo va a estar con una tremenda tranca para creerle que él y los demás otorongos van a sacar una ley para poner fin a todo este tema de los bonos de representación, cuando en realidad lo que van a sacar es una norma para salvarse él y todos los que falsearon viajes y viáticos.
Ahora resulta que todos los más preclaros de nuestro Congreso embriagado se han tirado sus chelitas con nuestra plata.
Al fin y al cabo Toledo también chupa con la nuestra. El gran problema es que entre tanta francachela de Toledo, de Vizcarra, de Salvador o de todos los parlamentarios resulta que la gente ve ahora un Otorongo y cree que ya está borracho.