El mundo se encuentra en alerta por el acelerado aumento del nivel del mar y novecientos millones de personas que podrían ser afectadas.
El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, emitió una alerta global por el acelerado aumento del nivel del mar.
En un comunicado difundido desde Tonga el 27 de agosto, explicó que el ritmo actual del alza no tiene precedentes en tres mil años.
Por este motivo, el funcionario de la ONU formuló un llamado a aumentar el apoyo y financiamiento a los estados vulnerables ante esta amenaza.
Lo más grave de la situación es que el fenómeno obedece al cambio climático. Como todos sabemos, el calentamiento es provocado por la intervención humana en el medio ambiente, cuyo proceso todavía no podemos controlar.
En síntesis, estamos ante un problema en gestación, cuyos efectos recién se empiezan a visualizar.
Datos científicos proporcionados por la Organización Meteorológica Mundial indican que zonas del Pacífico registran el mayor incremento, al subir 15 centímetros en los últimos 30 años, casi el doble de la media mundial.
Teniendo en cuenta las características del proceso, en dos o tres décadas, países enteros podrían quedar totalmente sumergidos, tales como Kiribati y Tuvalu.
En islas Fiyi, el 65% de la población vive a menos de 5 kilómetros del mar, por lo que se encuentra en una situación de peligro inminente.
El país comenzó un programa de reubicación de seis pueblos ribereños a tierras altas, otros 42 se trasladarían en los próximos cinco a diez años.
Estimaciones indican que 216 millones de personas podrían ser desplazadas por el cambio climático, hacia el 2050.
En la actualidad, novecientos millones de personas residen cerca del mar, quienes de una u otra manera serán afectadas por el incremento.
Recordemos que el cambio climático y sus consecuencias afectan al planeta como un todo. Mientras no seamos capaces de poner freno al primero tendremos que adaptarnos a lo que venga.
Se trata de un desafío a la política exterior de carácter multilateral. Constituye también un reto a las políticas de urbanización, infraestructura y ciencia. Una economía resiliente es capaz de enfrentar hoy los desafíos del futuro, una cuestión de política.
