Por mucho tiempo, hemos estado acostumbrados a que se consideren intocables, quienes pertenecen a las canteras de los apóstoles del supuesto espacio de lo único correcto y, que también se hacen llamar espacio de la progresía y, a ellos como los “progres”, pero tildados desde otros sectores como los “caviares”.
Para las personas a las que nos referimos, bajo el disfraz de “santones” ha sido muy fácil juzgar con vara distinta, a quienes no pertenecían al ala del pensamiento progre, supuestamente limpios e impolutos. Para los ajenos severidad, pero para los propios indulgencia.
Bastaba que las personas que tenían pensamiento económico liberal o que eran seguidores de la economía social de mercado, esto es la que obedecía a las reglas del mercado, pero con el rostro humano de la solidaridad, pudiesen ser investigados, sea por delitos económicos o prácticas atentatorias contra el mercado. Los progres por supuesto que no.
Más aún, era frecuente observar que, pese a signos exteriores de riqueza no justificados, ejerciendo actos gubernamentales de cualquier nivel, bastaba pertenecer al sector de la izquierda culta o “cultivada” para ser excluidos de toda sospecha. Para ellos solo podían cometer inconductas quienes pertenecían a lo que los progres denominaban la derecha bruta y achorada (DBA). Como gran concesión también podían delinquir quienes ostentaban apellidos autóctonos o comunes, pero no los de las altas esferas de la progresía.
Pero la cosa no quedaba en lo expuesto, por lo general para el gremio periodístico, sus integrantes tampoco podían ser sospechosos de nada y, si estaban en política, los fondos que era obvio habían recibido para sus campañas, eran transparentes, pese a ser más negros que la noche oscura. Como podemos observar, el ya famoso “otoronguismo” también había llegado a cierto sector de la comunicación social.
Qué fácil, teniendo rabo de paja, señalar e incluso acusar a colectivos religiosos de graves inconductas, haciendo falsas generalizaciones, pues no se puede achacar a toda una comunidad, de hechos o de supuestos hechos, cometidos por algunas individualidades. A las individualidades en cuestión, todo el peso de la ley, que no tiene porqué comprometer o embarrar a la organización a la que pertenecen. Esto también deberían aprender ciertos frailes progres.
Cierto que no basta acusar, hay que investigar y probar, pero siendo respetuoso con la regla de presunción de inocencia y salvaguardando el prestigio y buen nombre que pudiesen tener los afectados. Lo que hoy reclaman para los digitados de inconductas, no necesariamente delitos, como es el trato respetuoso, hay que recordar que no tuvieron la misma actitud cuando estuvieron en el área de los acusetes, más que por la verdad y transparencia, por inmotivados rencores e irracionales odios.
Toda sospecha debe ser investigada, pero sí, hay que tener mucho cuidado con las calificaciones de delito, puesto que lo que hoy podría serlo, antes de la tipificación penal solo estaba en el espacio de lo ético, e incluso hay tipificaciones penales como asociación ilícita para delinquir o lavado de activos que se usan con notoria ampulosidad.
