Con un pie en las escalinatas del avión rumbo al medio y lejano oriente, para conocer in situ más sobre la realidad de una problemática que lleva décadas, es menester abordar la situación de uno de los movimientos terroristas más sanguinarios y dogmatizados de la historia de la humanidad, dependiente del antiguo imperio persa; hoy su ridícula caricatura se llama Irán. Los que vivimos de este lado del mundo vemos con lejanía y hasta con indiferencia las atrocidades que cometen grupos como Hamas o Hesbollah, pero la vinculación de este último con Hispanoamérica data de varias décadas y es más profunda de lo que muchos creen.
Hezbollah o el partido de Dios, grupo terrorista libanés, fue creado en 1,982. Esta organización radical chiita (seguidores de Ali, primo hermano y yerno del profeta Mahoma a quien consideran su único sucesor) es responsable, por ejemplo, del atentado a la AMIA Mutual Israelita Argentina en Buenos Aires, 85 muertos y 300 heridos (18 de julio 1994). Este crimen fue ordenado por Irán y ejecutado por Hezbollah. Este binomio del terror va a ser recurrente en nuestro continente; es más, es una sola entidad ahí donde está Irán está Hezbollah y viceversa. Esta organización de odio y rencor no hace atentados porque si usa el terrorismo para enviar mensajes, el terror en estos grupos oculta también mucho su cobardía.
Este grupo terrorista tiene una base geográfica histórica en nuestro continente, en la famosa triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay; ahora su principal foco se desplazó hacia la costa venezolana, donde la narco dictadura de Maduro y Diosdado Cabello les da todas las facilidades para crecer y multiplicarse, la triple frontera marítima entre punto fijo (Venezuela), Maicao (Colombia) y Colon (Panamá).
La principal actividad actualmente de la organización chiita en la región de América de habla castellana es la financiera, lavado de dinero, narcotráfico, minería ilegal, tráfico de piedras preciosas, tráfico de armas, trata de personas, tráfico de órganos, un rosario de despropósitos convenientemente amparados por servicios de inteligencia como el cubano, siempre a disposición del terror y de las migajas que caigan de la mesa. Sus vínculos incluyen bandas como Primeiro Comando Capital (PCC) en Brasil y los carteles Los Zetas y Sinaloa en México.
En este momento Hezbollah funciona como una rama del ejército iraní, la llamada guardia revolucionaria. Su presencia en nuestro continente es una realidad; solo hay que ver las amenazas de muerte que ha sufrido el presidente de Argentina. Javier Milei: Por parte de Irán ya nadie está a salvo, ni somos una isla ni nos podemos mantener al margen. Los años por venir se definirán muchas cosas; vemos a una Europa amenazada por el islam ante una inmigración incontrolable y una Hispanoamérica que no quiere ver que ese mismo islam hace una alianza con el crimen organizado en las propias narices de sus autoridades. Solo nos queda decir que el más grande problema de Occidente es que no entiende que el islam no es una religión de paz, es una religión de conquista.
(*) Analista internacional
