Alegando solidaridad con Hamás tras el genocidio que realizó el grupo fundamentalista en contra de civiles en el sur de Israel un día antes y sin que exista conflicto territorial alguno entre Líbano e Israel, el 8 de octubre de 2023, el grupo terrorista chií Hezbollah emprendió una violenta ofensiva disparando misiles en contra de civiles del norte de Israel.
En consecuencia, el gobierno de Jerusalén evacuó a más de 60,000 ciudadanos de su frontera norte en previsión a los avisos de invasión y nuevo genocidio provenientes de Hezbollah, mensajes tomados en serio dado que, desde su creación en 1982, Hezbollah tiene como objetivo destruir al Estado de Israel para pasar luego a hacer lo mismo con las comunidades cristianas y musulmanas suníes de la región.
Hezbollah trabaja únicamente en función de los intereses iraníes dándole la espalda al pueblo libanés aprovechándose de la incapacidad del gobierno de Beirut para ejercer la soberanía sobre su propio territorio, permitiendo a Irán secuestrar al país de los cedros haciéndolo su colonia y parte del eje del terror que incluye también a Iraq y Siria.
Los ayatolás de Teherán, principales promotores del terrorismo a nivel internacional, usan a Hezbollah para planificar y cometer atentados que han cobrado las vidas no solo de israelíes, sino también, entre otros, de militares estadounidenses y franceses que estaban acantonados en Beirut durante la década de los años 80 del siglo pasado.
En este contexto, es oportuno recordar que Irán y Hezbollah son los responsables del atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992, así como la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina, AMIA, en 1994, para tan solo 30 horas después y de acuerdo a la investigaciones que aún están en curso, haber perpetrado el 19 de julio de 1994 la voladura del vuelo 901 de Alas Chiricanas en Panamá en el cual perdieron la vida 20 pasajeros y tripulantes del avión que cubría la ruta entre Colón y Ciudad de Panamá.
Hezbollah pretende presentarse como una formación social y política. Trata que personas menos informadas ignoren que tiene sus manos manchadas con sangre resultado de las diferentes matanzas que llevaron a cabo como la del 27 de julio reciente en la aldea Majdal Shams ubicada en el Golán israelí y en el que fueron asesinados 12 niños drusos mientras participaban de un partido de futbol. Este ataque, sumado al disparo de más de 9000 misiles desde el estallido de las hostilidades, marcó el fin de la paciencia israelí y el inicio de una ofensiva que en dos meses ha eliminado a la totalidad de la cúpula del grupo terrorista entre ellos Hassan Nasrallah, secretario general de la organización terrorista, dado de baja el 27 de septiembre último.
Lloran su muerte y la de 20 altos mandos que le acompañaban en su bunker de Beirut los gobiernos de Irán, Siria, Venezuela, Cuba, Turquía, Rusia, todas dictaduras violadoras de los derechos humanos, a la par que festejan árabes cristianos y musulmanes suníes, poblaciones que sufrieron en Líbano y Siria las masacres de Hezbollah ordenadas por Irán y ejecutadas por Nasrallah.
La guerra de Israel no es en contra del Líbano, país con el que desea vivir en paz, como buenos vecinos. La es en contra de Irán y sus proxis, entre ellos Hezbollah. Una guerra impuesta al Estado Judío tras la masacre del 7 de octubre de 2023 y que pelea para terminar con las amenazas existenciales que le acechan.
El mundo occidental respira aliviado tras la desaparición del architerrorista Nasrallah, gran enemigo de la civilización. Pero, no cantemos victoria. Su final y el de su cúpula del terror ha debilitado, pero no eliminado, a Hezbollah que sigue siendo una amenaza. Sus sicarios andan sueltos y listos para atacar. Hoy el monstruo herido es más peligroso, momento para que nuestros organismos de seguridad estén más vigilantes que nunca.
(*) Licenciado en Educación e Historia