Cuántas veces la historia nos ha enseñado con una contumacia inexplicable que somos un país privilegiado por geografía, por climatología, por biodiversidad, por pluriculturalidad y un etcétera sin fin. Bondades a no dudarlo, nos sobran. El único lastre son nuestras autoridades, esas aves de rapiña que se meten a la política para vivirla y fungen de presidentes, congresistas, gobernadores y alcaldes, aunque ese es un tema a parte. Ahora debemos enfocarnos y entender que, por esos azares inesperados del destino, hemos entrado a la era Chancay, así como ocurrió con el guano y el salitre, así como ocurrió con el boom del caucho, el Perú vivirá a todas luces, una tercera bonanza económica sin precedentes. ¿Dios es peruano?, sí. Es una bendición que nos cae del cielo, un bálsamo en la tempestad. ¿Cuánto durará?, es un misterio. Pero si algo hemos debido de aprender para no volver a caer en el error, es que el ABC de la economía es cíclica.
Las delegaciones de los 21 países que integran la APEC se hicieron presentes celebrando acuerdos, firmando convenios, agendando mesas de trabajo, entre otros; y donde la vedette de lejos fue China con su mega puerto, 3 mil millones de dólares en inversión, pero con una proyección de dinamización económica de 87 mil millones de dólares, lo que significaría posicionar a China como un líder comercial mundial absoluto y Perú un tigre sudamericano consolidado, pues nuestro país pasaría a ser el exportador número uno de pollo, porcino, vacuno y mariscos en la región.
Ante esto, Estados Unidos ha respondido rápidamente con el proyecto del puerto de Cory y con la construcción del Centro Espacial en Talara para la fuerza aérea norteamericana, esto con una probable inversión de 7500 millones de dólares. Como anillo al dedo se viene el CADE en la ciudad de Arequipa, y ahí el empresariado tiene la tarea de reafirmar el buen sabor de boca que dejó el APEC, ¿Qué se debe hacer? Lo que ya sabemos y venimos escuchando desde hace más de 30 años: industrializar al país, llevar infraestructura a los rincones del Perú, digitalizar el Estado. Eso solo para empezar, porque el reto final es recuperar nuestra calificación internacional e integrar la OCDE de una buena vez, el primer paso de hacer la reforma económica ya lo dimos, ahora tenemos que necesariamente apostar por hacer la reforma institucional del aparato Estatal en su conjunto en aras del bienestar común, con mecanismos que garanticen una sociedad comprometida y protegida de pleno derecho, reducir los quintiles de pobreza, cerrar las brechas educando, aumentando la mano de obra calificada, incrementando el ingreso per cápita anual. Esto por default tendría que caerse y llegar de maduro con el shock de inversiones internacionales y nacionales que estamos teniendo, con miras al 2026, entramos a un escenario perfecto y solo dependerá de nosotros como sociedad civil organizada saber elegir al más capaz para gobernar, que sostenga políticas de estado firmes que continúen impulsando el desarrollo. Los peruanos hacemos y somos Perú.