La decisión de Panamá de suspender sus vínculos diplomáticos con la autoproclamada “República Saharaui” radicada en Tinduf (Argelia), anunciada este jueves, mediante un Comunicado oficial de la Cancillería panameña, representa un capítulo más de una creciente tendencia global que consolida el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental marroquí.
Este acertado golpe de timón de la diplomacia panameña, lejos de ser aislado, refleja una profunda reevaluación del asunto del Sáhara por parte de numerosos países, impulsada por el avance de la propuesta autonómica marroquí y la creciente evidencia de su viabilidad como solución duradera al conflicto, creando una dinámica internacional positiva de apoyo a esta Iniciativa de Autonomía para el Sáhara, presentada al Consejo de Seguridad en 2007, para resolver definitivamente este artificial contencioso regional.
Cabe relievar que el Comunicado de la Cancillería panameña es muy significativo, ya que justifica la nueva posición adoptada enfatizando el “interés nacional y los principios fundamentales de su política exterior, reafirmando su convicción con los objetivos y valores que orientan el multilateralismo y reiterando su voluntad de continuar apoyando los esfuerzos del Secretario General y de la comunidad internacional, en el marco de las Naciones Unidas”.
Es de señalar que, a través de su nueva posición, Panamá se une a una larga lista de países que han suspendido sus lazos con el «Frente Polisario”, o los que han reconocido plenamente la soberanía marroquí sobre sus territorios del sur. Esta lista incluye a grandes potencias como Estados Unidos de América, y a un sinnúmero de países del viejo continente dentro de los cuales figuran sobre todo España y Francia, naciones conocedoras de la compleja realidad histórica y geográfica del territorio del Sáhara, siendo en el pasado potencias coloniales en la región.
No obstante, el respaldo a la marroquidad del Sahara trasciende las antiguas potencias coloniales, ya que muchas naciones de diferentes latitudes apoyan el proceso político en curso en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU. En la región latinoamericana varios países como Brasil, Argentina, Chile, Perú, El Paraguay, Guatemala, El Salvador, República Dominicana, Haití, Guyana y Surinam, a los que se sumaron muy recientemente Ecuador y Panamá, o apoyan claramente la soberanía marroquí sobre su Sáhara y su integridad territorial en el marco del Plan de Autonomía presentado en 2007, o han anunciado la suspensión de sus vínculos con la ficticia república de Tinduf, apoyando el proceso de la negociación multilateral dentro del Consejo de Seguridad y los esfuerzos del enviado especial del Secretario General de la ONU, con miras a llegar a una solución política, realista y duradera al diferendo regional sobre el Sahara.
Es, por último, muy importante destacar que la nueva posición de la diplomacia panameña con respecto a la cuestión del Sáhara, reviste un especial interés y una particular relevancia ya que tiene una simbología política muy fuerte, en la medida en que este país centroamericano ha sido la primera nación en toda Latinoamérica en reconocer a la fantasmagórica república saharaui bajo el liderazgo del General Omar Torrijos, en el año 1980, abriendo una seudo legación de los separatistas en la Ciudad de Panamá.