Canciller Schialer asegura que Perú no quiere ser parte de conflicto comercial entre potencias.
El Gobierno de Perú confía en que no habrá cambio en sus relaciones con Washington tras la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, aunque «toma nota» con mucha atención de las subidas de aranceles planteadas por asesores del republicano y aspira a mantener una «neutralidad activa» en el diferendo entre EE.UU y China, explicó a EFE el canciller peruano, Elmer Schialer.
Durante la primera administración Trump (2017-2021), recordó el ministro, el intercambio comercial con Perú se disparó. «Nos fue bien porque además cooperamos en una serie de otros ámbitos», como en la lucha contra el narcotráfico, apuntó Schialer en una entrevista con EFE durante una breve visita a Madrid.
La relación entre Lima y Washington es «de mutuo beneficio» y «no va a hacer ninguna diferencia» la nueva etapa de Trump, confío el ministro.
No obstante, Schialer admitió que Perú presta atención a propuestas como la planteada por Mauricio Claver-Carone, expresidente el BID y asesor de Trump, para imponer un arancel del 60% a los productos importados de Chancay, un megapuerto con capitales chinos, con una inversión de unos 3.400 millones de dólares, que se convertirá en el mayor puerto de América Latina.
«Tomamos nota, pero lo tomamos con serenidad», agregó Schialer. No se trata sólo del puerto de Chancay, sino de un «hub logístico productivo», explicó, que se extiende por 80 kilómetros y que incluye el puerto del Callao -el más importante del Perú, que cuenta con capitales de Dubai, entre otros- y el aeropuerto internacional de Lima.
«Es un poco complicado, por eso nosotros hemos tomado esto con mucha atención, pero también con mucho cuidado, porque yo no creo que los Estados Unidos quieran este dañar a sus inversionistas», afirmó.
La propuesta arancelaria sobre el puerto peruano es uno de los ejemplos de la batalla comercial entre Estados Unidos y China, dos importantes socios comerciales de Perú.
«Los peruanos no queremos ser parte y aquí lo rechazo taxativamente. No queremos ser parte de ningún, digamos, diferendo comercial entre nuestros amigos», subrayó el canciller. «Vamos a tener una neutralidad activa», insistió en la entrevista con EFE.
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PREOCUPACIÓN
El Megapuerto de Chancay se inserta en la estrategia global de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, lanzada por China en 2013 para construir infraestructura clave en todo el mundo. Este proyecto refuerza la presencia de Beijing en Sudamérica al facilitar rutas comerciales más eficientes hacia Asia, reduciendo los tiempos de navegación hasta en 20 días en comparación con las rutas tradicionales.
En un contexto de crecientes tensiones con Estados Unidos y sus aliados, el puerto también responde a la necesidad de diversificar cadenas de suministro y asegurar rutas comerciales estratégicas que puedan operar independientemente de sanciones o conflictos con Occidente. Este megaproyecto es uno de los más de 40 puertos bajo control chino, reflejando una estrategia de influencia geopolítica a largo plazo en el mundo.
OTROS PAÍSES
El avance chino no solo preocupa a Estados Unidos, sino que genera reacciones diversas en otras potencias regionales. Por ejemplo, Brasil, el mayor socio comercial de China en América Latina, se ha mostrado cauteloso respecto a integrarse plenamente en la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Aunque las exportaciones brasileñas de soja y mineral de hierro a China son significativas, persisten tensiones sobre el acceso limitado de productos brasileños al mercado chino.
México, más vinculado a la economía de Estados Unidos, también observa con atención la creciente influencia de China, aunque su relación comercial con Beijing es menos directa. En contraste, países como Argentina y Ecuador han adoptado un enfoque más cooperativo, integrando proyectos chinos como estaciones de telecomunicaciones y represas hidroeléctricas.
MEGAPROYECTOS
El puerto de Chancay no es un caso aislado, sino parte de una serie de inversiones estratégicas de China en América Latina. En Argentina, la estación espacial en Neuquén ha sido objeto de críticas por su uso restringido al ejército chino. En Ecuador, la construcción de represas hidroeléctricas ha generado tensiones por su impacto ambiental y social. Mientras tanto, en Chile y Bolivia, las operaciones mineras para extraer litio han planteado preocupaciones sobre el control de recursos estratégicos.
Estos proyectos subrayan cómo Beijing combina infraestructura y tecnología para consolidar su posición como socio económico preferido en la región, desafiando el predominio histórico de Estados Unidos en Sudamérica.
CONTROVERSIAS
En Perú, la construcción del puerto de Chancay ha desatado tensiones tanto políticas como sociales. La Autoridad Portuaria Nacional intentó sin éxito modificar los términos del acuerdo con COSCO Shipping, citando un “error administrativo” que otorgó a la empresa china derechos exclusivos de operación por 30 años. Además, grupos ambientalistas han denunciado posibles efectos negativos en el ecosistema costero y comunidades pesqueras locales.
El impacto ambiental se suma a los cuestionamientos de organismos internacionales como la ONU, que han identificado efectos adversos en megaproyectos liderados por China en la región, especialmente en comunidades indígenas y áreas protegidas.