Familiares, amigos y una comunidad entera rindieron homenaje a los estudiantes del colegio San Jacinto de Vice y a una madre de familia, víctimas de un trágico accidente en su viaje de promoción. El Papa Francisco envió sus condolencias.
En medio de un profundo dolor y desgarradoras escenas, Piura despidió a los cuatro estudiantes del colegio San Jacinto de Vice y a una madre de familia, quienes perdieron la vida en un accidente ocurrido en Moyobamba, durante un viaje de promoción. La tragedia dejó marcada a una comunidad que esperaba el regreso de sus jóvenes llenos de alegría y sueños, pero que en su lugar recibió sus cuerpos sin vida.
La mañana comenzó con la llegada de los ataúdes al colegio, donde compañeros, profesores y familiares les ofrecieron un sentido homenaje. Una misa de cuerpo presente, presidida por el monseñor Guillermo Elías Millares, trajo consigo un mensaje especial del Papa Francisco. “El Santo Padre está unido al dolor de este pueblo y ofrece sus oraciones por las familias afectadas”, expresó el monseñor, recordando que esta tragedia ha conmovido al mundo entero.
Los cortejos fúnebres llenaron las calles de Vice, La Unión y Becará, donde las familias dieron el último adiós a sus seres queridos. Escenas de inmenso sufrimiento se vivieron en cada despedida. Grace Goicochea, madre de Pedro Israel Nizama, clamaba desconsolada frente al ataúd de su hijo: “Ay, Pedrito, regresa. Esto no puede ser real”.
Lee también:
En la iglesia de Becará, las madres de Cris Jair Panta y Yessica Mayte Panta se abrazaron en medio de su dolor, antes de que los cuerpos de sus hijos fueran sepultados. La tragedia también dejó sobrevivientes marcados física y emocionalmente, como Jairo, hijo de Carmen Huiman, quien, en silla de ruedas, se despidió entre lágrimas de su madre.
El accidente, ocurrido en la carretera Fernando Belúnde Terry, ha generado una ola de solidaridad, con mensajes de apoyo desde diversas regiones, incluyendo Moyobamba. Las comunidades de los estudiantes fallecidos realizaron homenajes y responso en sus respectivas localidades, despidiéndolos con flores, pancartas y una multitud que los acompañó hasta su última morada.
Este trágico suceso recuerda la fragilidad de la vida y deja un vacío irreparable en el corazón de una comunidad que nunca olvidará a sus jóvenes soñadores y a la madre que los acompañaba.