Con una inversión de más de S/24 mil millones, el megaproyecto Daniel Alcides Carrión busca modernizar la conexión entre Lima y el centro del país, mejorando la seguridad y reduciendo los tiempos de viaje.
El Perú está próximo a experimentar un cambio histórico en su infraestructura vial con la construcción de la autopista Daniel Alcides Carrión, la primera autopista de alta montaña en Sudamérica. Este ambicioso proyecto, que conectará Lima con el centro del país, representa una inversión récord de más de S/24 mil millones y busca resolver los problemas críticos de la actual Carretera Central, una vía obsoleta y congestionada.
Con 185 kilómetros de extensión, esta autopista alcanzará altitudes de hasta 4,500 msnm y contará con tecnología de punta, como 36 kilómetros de túneles y 19 kilómetros de viaductos, asegurando un tránsito más rápido y seguro. Diseñada para reemplazar la sobrecargada Carretera Central, esta obra promete revolucionar el transporte en el país, no solo por su capacidad de reducir los tiempos de viaje entre Lima y La Oroya a menos de 2 horas y 30 minutos, sino también por su impacto en la economía y la seguridad vial.
Desde su inauguración hace más de un siglo, la Carretera Central ha sido esencial para el comercio y la integración regional. Sin embargo, su capacidad, diseñada para 4,000 vehículos diarios, se ha visto desbordada, con más del doble de tráfico en la actualidad. Esto ha resultado en frecuentes accidentes, largos tiempos de viaje y riesgos asociados a deslizamientos de tierra y huaicos, que han cobrado numerosas vidas.
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El proyecto Daniel Alcides Carrión no solo aliviará estos problemas, sino que también abrirá nuevas oportunidades para la industria minera, el comercio y el turismo. Además, beneficiará directamente a más de 10 millones de peruanos, consolidando un enlace vital entre la costa y el interior del país.
Con una duración estimada de 8 a 10 años, la construcción de esta autopista ya está en marcha, supervisada por un consorcio internacional que emplea tecnología avanzada para enfrentar los desafíos de la geografía montañosa peruana. Más allá de mejorar la conectividad, esta obra está destinada a convertirse en un modelo para futuras infraestructuras viales en Perú, marcando un antes y un después en el desarrollo del país.
Esta autopista no solo promete transformar el transporte, sino también servir como un catalizador para el progreso económico, reduciendo los riesgos de accidentes y mejorando la calidad de vida de millones de ciudadanos.