El tablero geopolítico ha definido a sus grandes jugadores: Estados Unidos, Rusia y China. Estos actores se preparan para una partida decisiva, tanto en el ámbito económico-comercial como en el militar. Sus objetivos son diversos, y en esta columna analizaremos sus movimientos y expectativas para el año que está por comenzar, un año bisagra que marcará los primeros 25 años de un siglo destinado a transformar radicalmente nuestras vidas. Este periodo podría confirmar las visiones anticipadas por autores de ciencia ficción como Julio Verne, H.G. Wells, Hugo Gernsback e Isaac Asimov en sus obras.
Estados Unidos
El 20 de enero de 2025, Donald Trump asumirá nuevamente la presidencia. Bajo su liderazgo, es probable que Estados Unidos «suelte la mano» a Europa. Aunque el armisticio entre Ucrania y Rusia será una realidad, su gobierno buscará garantizar que las ambiciones de Vladimir Putin se mantengan contenidas por el momento. Blindar a los países bálticos contra la voracidad del «oso ruso» será prioritario.
El reparto de Ucrania entre grandes inversores como BlackRock, Polonia, Hungría, Rumania y el propio Estados Unidos confirmará que Ucrania habría evitado un millón de muertes si, en su momento, hubiese aceptado otorgar autonomía al Donbás y declararse neutral.
Trump, de la mano de su asesor estrella Elon Musk, buscará desmantelar el «Estado profundo» y su burocracia extrema, dando un golpe contundente a la cultura woke. También intentará revitalizar el «Cinturón del Óxido» atrayendo inversiones mediante la reducción de impuestos. Además, planea expulsar de forma expedita a inmigrantes, comenzando por aquellos con antecedentes delictivos, e iniciará una campaña frontal contra el narcotráfico en México. Esto incluirá ataques quirúrgicos a la industria narco, omnipresente en la economía mexicana.
¿Será Claudia Sheinbaum capaz de deslindarse del narcotráfico? En 2025 descubriremos si su postura conciliadora ante esta lacra se debe a falta de carácter o a una complicidad más profunda.
Rusia
Vladimir Putin concentrará todo su aparato logístico, militar y diplomático en cerrar el conflicto en Ucrania, sin prisa, pero sin pausa. Aunque ha tenido que ceder terreno en Siria, intentará mantener su presencia en el estratégico puerto de Tartus, en el Mediterráneo, y en la base aérea de Jmeimim, en Latakia.
El acercamiento entre Rusia y China se hará más evidente. Ambos países se necesitan mutuamente y, por ahora, se cubren las espaldas. Occidente cometió un grave error al ignorar el consejo de Henry Kissinger: «Nunca permitan que China y Rusia se unan».
Rusia seguirá impulsando a los BRICS como alternativa comercial al sistema dominado por Occidente, buscando consolidar una moneda única entre los miembros. Inicialmente, esta moneda convivirá con el dólar, pero su objetivo a largo plazo es reemplazar la hegemonía de la moneda estadounidense, lo que debilitaría considerablemente la influencia de Estados Unidos.
China
China continuará afinando su proverbial diplomacia. En Washington cuenta con un aliado clave: el asesor Elon Musk. Más allá de la guerra comercial promovida por Estados Unidos, China mantendrá su interés estratégico en puertos como el de Chancay, parte de su «Collar de Perlas» que asegura su supremacía marítima.
El gran objetivo de China es la reincorporación de Taiwán al territorio continental, pero no mediante un enfrentamiento militar, sino bajo un modelo similar al de Hong Kong. Su presencia en África, desplazando a potencias como Francia, será más crucial que nunca en 2025, asegurando el acceso a los vastos recursos naturales del continente.
(*) Analista Internacional