Los legos en derecho, como el que esto escribe, preguntamos qué michi es eso. El conocimiento de lo que eso significa viene y explota en la cara de un litigante que suele acudir por demanda de justicia.
Le explota la respuesta del secretario y del propio juez: “Estamos viendo; todavía no hay pronunciamiento; seguimos revisando el expediente, hay que esperar. Hay mucha carga procesal”.
La carga procesal permanece estática, no camina en ninguna dirección si es como ocurre en la mayoría de los casos, el litigante es un misio o para que entienda mejor la nueva ola de fiscales y jueces, está “aguja”
Él, el litigante, no tiene ni la millonésima de una barra de oro. En ese caso le dicen: “hay que esperar” ¿A quién? A quien va a ser pues ´on: a que la carga procesal, despierte…algún día.
Para graficar lo expuesto les alcanzo luna experiencia personal.
El 28 de abril del 2024 mi querida nieta Patricia Stephanie Mayorga Berdejo, de 34 años, conducía su bicicleta por la Av. T. Marsano y fue arrollada criminalmente por un chofer drogadicto que conducía una mortífera combi.
Mi nieta fue conducida al Hospital de emergencias Casimiro Ulloa e internada en UCI, donde luego de una larga agonía de 12 días mi nieta dejó este mundo, no sin antes ser objeto de indolentes “profesionales” que nos disparaban costosas recetas en las que incluían un frasco de loción (¿?) para dama diariamente.
Una indolente ¿médico? nos apuró: “Si no me traen las medicinas no puedo hacer nada”. En realidad, nunca pudieron hacer nada, porque luego quedó en evidencia, y esto los médicos lo certificaron días después de que mi nieta sufrió muerte cerebral en el mismo momento de la atroz embestida de la combi asesina.
Al producirse esta constatación, los familiares decidimos la donación de los órganos de mi nieta para salvar otras vidas humanas, que estaban en peligro de muerte a causa de dolencias terminales.
En estas circunstancias, esperábamos que el Ministerio Público y el Poder Judicial sancionen ejemplarmente al chofer criminal y esto hasta la fecha no se ha producido porque “hay mucha carga procesal”.
En la comisaría de Surco, el chofer permaneció detenido solo 24 horas. El policía a cargo del parte, al parecer para que yo escuche, le dijo un interlocutor: “el chico (en alusión al chofer) ha salido limpio en el examen toxicológico”
A ése policía le inquirí por el trato benevolente al chofer criminal, respondió: “A mí no me pregunte; pregúntele a la fiscalía” ¿A cuál fiscal? repregunté. Contestó de mala gana: “Que su abogado averigüe”.
A lo largo de la investigación fiscal, los médicos forenses determinaron que el chofer manejó bajo los efectos de haber consumido cocaína y marihuana. Pero en el parte policial, los policías por arte de magia adelantan que el “chico ha salido limpio en el examen antidrogas”
El chofer criminal sigue libre a pesar de que las investigaciones han verificado que tiene un nauseabundo prontuario que incluye otros atropellos y otros delitos. Pero, la investigación judicial que ya debería haber emitido la sanción no lo hace, “porque el expediente sigue sin ser visto debido a la carga procesal”.
Hasta hoy, para mi familia los gastos no se han detenido en asistencias a citas judiciales. Y tampoco faltan los entrometidos y los “voluntarios” que quieren datos y critican con frases manidas, por qué supuestamente no reclamamos. Seguramente, ignoran existe “una carga procesal” que no avanza en ningún sentido y amenaza con la impunidad del crimen cometido.
Por su deceso, mi querida nieta dejó a su hijita de 06 años de edad en la orfandad puesto. Encima, como dicen, encima de cuernos palos, el padre biológico que nunca se interesó por su existencia, mi nieta fallecida tuvo que demandarlo judicialmente por asistencia alimentaria. Y ahora, este se presenta reclamando la tutela de la niña, una tutela que ya ha sido solicitada por su abuela, léase mi hija.
Como es de suponer, mi bisnieta tiene un temor inmenso al padre biológico, desde que este miserable faltó de mano y obra a mi fallecida nieta en presencia de su hijita.
Finalmente, solo nos queda invocar al Altísimo para que ilumine al o la juez que se encuentra limitado en su accionar por una aparente aplastante “carga judicial”.
(*) Miembro (r) de la Marina de Guerra y analista político.
