Como se sabe, el caviar es el huevo o huevos del esturión, pez que existe en países fríos de Europa, principalmente en Rusia, cuyo precio es caro y por lo general consumido por personas no solo de poder económico sino según dicen, de fino paladar. En buen romance el caviar es la “huevera” del esturión, usándose esa denominación genérica en todo tipo de peces.
Desde hace algunas décadas en nuestro país se calificó como “caviar” o “caviares”, a quienes, perteneciendo a la burguesía, tenían ideas de izquierda y de izquierda extrema, haciendo gala de ellas.
Los jóvenes estudiantes “caviares”, por lo general gozaban de la buena posición económica de sus padres, mayoritariamente profesionales o empresarios de éxito que colocaban a sus hijos en buenas y costosas universidades, en sus inicios lo que fue la universidad “católica” y “pontificia” que aunque manteniendo su nombre, ya no se sabe en realidad que es en la actualidad.
Muchos de los jóvenes caviares iban a la universidad manejando finos automóviles o camionetas proporcionados por el “papá”, con vestimenta “de marca” y “de moda”, pero en su discurso y conversaciones denostando de la burguesía y promoviendo “igualdad”, pero no de oportunidades sino de resultado y propiciando que se quitase el patrimonio a los ricos para entregarlos a los pobres, así fuesen unos holgazanes.
Ya conocemos bien el discurso de lo que en genérico denominamos la “caviarada”, que poco o nada comprende de los esfuerzos por el desarrollo empresarial y del país, menos de la actividad privada desarrollista y muchísimo menos de la meritocracia, confundiendo además la solidaridad con la irresponsabilidad de ciega actitud de “reparto” o “repartija”, como lo quieran llamar.
Ya mayores los caviares dejan de ser socorridos económicamente por sus padres pudientes y se refugian en algunas Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que utilizan fondos gubernamentales o también privados para difundir ideas trasnochadas que conducen al fracaso de los países así como a la pauperización de sus poblaciones, aunque ellos gocen de posiciones expectantes gracias a absorber los recursos económicos de sus empleadoras ONGs. A quienes le sacan la vuelta olímpicamente.
Si es sus orígenes se les llamó caviares por sus finos gustos, aunque ellos continúan, mejor sería llamárseles por la denominación genérica de “hueveras”, que podría ser más adecuada a sus realidades.
Ya como anécdota el papé de una alumna de la que fue universidad “pontificia” y “católica” que iba en buen carro, fina ropa y abultada billetera a su centro de estudios, aunque criticaba al sector empresarial que le financiaba sus exquisitos gustos, el papá la cuadró, le quitó las prebendas y la puso en la realidad de la mayoría. Solo duró un par de meses hasta que tuvo que pedir “chepa”.
El tema da para muchísimo más, pero me fastidia tratar sobre quienes tanto daño hacen al país, con prédicas y acciones absurdas, pero al mismo tiempo financiándose con recursos que provienen de países desarrollados. ¡Qué tal huevera!